Ante la noticia de la discusión del Proyecto de Ley N. 904/2006 – CR en la Comisión de Educación, Ciencia, Tecnología, Cultura, Patrimonio Cultural, Juventud y Deporte, presidida por la parlamentaria Cenaida Uribe, por el cual se propone crear el Colegio de Historiadores del Perú, deseo dejar constancia de mi rechazo a dicha propuesta, por considerar que carece de fundamento y que antepone los intereses personales a los de las personas que nos desempeñamos como historiadores dentro y fuera del país. El proyecto de ley fue presentado y ha sido impulsado por la Asociación de Historiadores Región Sur (AHIRSA), con sede en Arequipa y presidida por el Sr. Enrique Ramírez Angulo.
En primer lugar, mi rechazo se basa en que se trata de un documento que no solo ha sido pésimamente redactado sino cuya fundamentación (académica, técnica y legal) no tiene base ni se apoya en estudios técnicos ni de ningún otro tipo. La intención manifiesta de la AHIRSA es la de manejar una institución que se encargue de regular y controlar el ámbito laboral de los historiadores, permitiendo que solo puedan ocupar puestos de trabajo quienes han obtenido la licenciatura de historia. Aquellos que, por diversas razones, no la hayan obtenido, aun cuando hayan seguido estudios de posgrado (maestría o doctorado), no estarían en posición de ejercer la profesión. Así, el Colegio de Historiadores dirigido por la AHIRSA se encargaría de velar por depurar y erradicar «el intrusismo profesional y la autonominación como historiadores que se hacen personas que no lo son», según reza el proyecto en cuestión.
En segundo lugar, la AHIRSA no puede atribuirse el derecho de expresarse en nombre de los historiadores que se desempeñan a nivel profesional, en aras de monopolizar el control de la institución que proponen crear. Esto se deduce claramente del número de puestos que se adjudica la AHIRSA en la Comisión que daría forma al Colegio de Historiadores. De los ocho puestos, se adjudican tres de ellos, lo que les daría la posibilidad de elegir a los miembros de la Junta Directiva o del Consejo Ejecutivo que regirían de forma permanente.
¿A mérito de qué viene esta propuesta? En los últimos meses en la web han aparecido propuestas similares para países como España y Guatemala, en las que se incluyen comentarios de historiadores de dichos países que afrontan una mala situación laboral y que consideran que un Colegio de Historiadores podría poner fin a esta situación al permitir únicamente que los historiadores con título puedan trabajar en determinados puestos. Según se desprende de los comentarios de historiadores en un foro sobre el tema (en el que participan también peruanos), existiría un malestar porque los programas de posgrado permiten que personas que no han seguido la carrera de Historia ni se han licenciado puedan obtener un grado de Magíster o Doctor y ejercer, quitándole así la posibilidad a los egresados de las facultades. Además, se asume que un Colegio de Historiadores lucharía por los intereses de los profesionales, a la manera de un sindicato, y que velaría por nosotros. Curiosamente, las quejas también provienen de México, país que cuenta con un Colegio, el Colegio de México.
No tenemos informes que demuestren que la creación de colegios o instituciones similares hayan traído una mejora significativa en las respectivas áreas profesionales de Humanidades y Ciencias Sociales. Tendríamos que asumir que una instancia de esta naturaleza ayudaría a resolver los problemas que enfrentan los historiadores. Ya se han creado colegios de arqueólogos y de bibliotecarios. ¿Eso ha llevado a solucionar sus problemas? Por lo que conversado con algunos amigos de estas profesiones, la respuesta es negativa. La situación es completamente distinta para áreas como la Medicina, la Arquitectura y la Ingeniería, donde la responsabilidad social es mucho mayor por lo que se requiere que efectivamente haya un filtro que regule la titulación de los que dicen ser egresados de dichas facultades. En las Humanidades y las Ciencias Sociales, el espectro es diferente, ya que el número de profesionales es considerablemente menor y los profesionales se hallan en estrecho contacto con las Universidades, las cuales regulan la actividad laboral y el desempeño ético de sus miembros.
Ya contamos con una institución que representa a los historiadores, la Academia Nacional de Historia, la cual puede ser repotenciada para que la disciplina histórica sirva de enlace entre el mundo académico y la sociedad y cumpla con los beneficios que traería un pretendido Colegio de Historiadores. Pero la institución que tiene en mente la AHIRSA no se asemeja a las instituciones que existen en el extranjero, en países como Bolivia, Brasil, México o Estados Unidos, donde se promueve el ejercicio de la investigación y la producción académicas en aras del desarrollo y el mejor conocimiento del pasado, el presente y el futuro de la sociedad.
Si esta propuesta llegase a prosperar, se eliminaría la meritocracia en todos los niveles, además de la interdisciplinariedad, que ha permitido que nos beneficiemos de la experiencia de colegas provenientes de otras áreas. Asimismo, colegas extranjeros que enseñan en nuestras universidades, no podrían hacerlo, al no contar con una tesis de licenciatura. Al poner como filtro la licenciatura, los historiadores ya no tendrían necesidad de hacer estudios de posgrado, ya que tendrían una plaza asegurada tan solo con el título. A mediano y largo plazo, las consecuencias serían desastrosas. La interdisciplinariedad es lo que va a permitir enriquecer la profesión, no el aislamiento burocrático ni una nomenclatura que decida quién ejerce y quién no como historiadores.
Un documento de esta naturaleza debería haber señalado cuáles son los problemas concretos que se enfrenta y no hacer una larga e innecesaria disertación sobre la definición de historia que busca que se otorgue el Colegio de Historiadores por la antigüedad de la disciplina histórica antes que como una institución destinada a resolver los supuestos problemas del gremio. El enredo mental de los autores del Proyecto de Ley es tal, que están tan obsesionados por depurar el gremio que se contradicen a sí mismo al incluir a destacados personajes que aportaron al conocimiento del pasado nacional ¡sin ser historiadores!, como Francisco Mostajo Miranda, de quien señalan «que siendo abogado también hizo trabajos de historia», los hermanos Paz Soldán, José de la Riva-Agüero y José Carlos Mariátegui. Se menciona también a Jorge Basadre, quien «tampoco tuvo tal título», aludiendo a la licenciatura.
Si lo que deseamos es realmente una mejora en la profesión, no se va a conseguir con proyectos de esa naturaleza, sin debate ni discusiones previas, alcanzados entre gallos y medianoche para asegurarse un puesto y sacrificar al resto de los colegas. Llevamos años tratando de promover la interdisciplinariedad y el libre ejercicio de la profesión basado en los méritos académicos ¿y ahora vamos a eliminarlos por la ambición personal de unos cuántos?
Atentamente,
José Ragas Rojas
Pontificia Universidad Católica del Perú
DNI 10587115
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