En ¿Realmente es necesario cortar la historia en rebanadas?, traducido del francés y publicado por el Fondo de Cultura Económica en mayo de este año, Jacques Le Goff retoma un tema que lo había preocupado por muchos años: la periodización y la filosofía de la Historia. Se trata de uno de los textos que Le Goff había dejado en preparación antes de fallecer en abril de 2014. En él, explica las diversas fuentes que se emplearon para construir la idea de una sucesión de periodos temporales ordenados y definidos. Se remonta hacia la Biblia para comprender la influencia de las profecías de Daniel en la construcción de una teleología occidental que será diseminada por la Iglesia y convertida luego en instrumento secular.

Si hubo algún momento de la historia mundial donde la periodización provocó mayor polémica fue la Edad Media. Por años, los especialistas conversaron y discutieron sobre dónde establecer los cortes necesarios que permitieran una mejor comprensión de uno de los periodos más extensos de la historia humana. Mientras para otros periodos más recientes el consenso menos difícil de alcanzar –recuérdese las propuestas del “largo siglo xix” o el “corto siglo xx”- en la conceptualización temporal de la Edad Media había un intento implícito por establecer una división entre una “baja” edad Media y una “alta”, no solo para evitar considerar un solo bloque sino para sugerir un cambio fundamental que permitió una sociedad más organizada, el cual se ubicaría hacia el año 1000, con una “revolución”.

Le Goff continúa y actualiza estos debates, recordando lo artificial y a la vez lo profundo que hay en las convenciones temporales y cómo estas se sostienen (o no) en el tiempo. Sin ir muy lejos, en un reciente comentario a este libro, Helen Fulton sugiere que tanto la Edad Media como el Renacimiento no deberían ser divididos sino más bien estudiarse como parte de una sola época.

Los dejamos aquí con el “Preludio” al libro y más abajo con el enlace a Google Books.

Preludio

Uno de los problemas fundamentales de la humanidad, surgido a la par de su nacimiento, ha sido el de controlar el tiempo terrestre. Los calendarios le han permitido organizar la vida cotidiana, puesto que casi siempre se asocian al orden de la naturaleza, teniendo como principales referencias el Sol y la Luna. Pero los calendarios, en general, determinan un tiempo cíclico y anual, por lo que resultan ineficaces para pensar en periodos de tiempos más largos. Puesto que hasta ahora la humanidad no ha sido capaz de prever con exactitud el futuro, se ha vuelto importante para esta tener control sobre su largo pasado.

Para organizarlo se ha recurrido a diversos términos: se ha hablado de edades, épocas, ciclos. Pero me parece que el más adecuado es el de periodos. Periodo viene del griego, que designa un cambio circular. Entre los siglos xiv y xvii, este término adquirió el sentido de “lapso de tiempo” o “edad”. En el siglo xx se produjo la forma derivada periodización.

El término periodización será el hilo conductor de este ensayo. Éste indica una acción humana en el tiempo y señala que su corte no es neutro. Se tratará aquí de evidenciar las razones, en mayor o menor medida expuestas y más o menos reconocidas, que tuvieron los hombres para dividir el tiempo en periodos. Razones frecuentemente acompañadas de definiciones que destacan el sentido y el valor que estos le confieren.

Pueden terminar de leer el “Preludio” completo en este enlace.

Google Books a la edición en inglés

Published by José Ragas

Soy Ph.D. en Historia por la Universidad de California, Davis. Actualmente me desempeño como Profesor Asistente en el Instituto de Historia de la Universidad Católica de Chile. Anteriormente he sido Mellon Postdoctoral Fellow en el Departament of Science & Technology Studies en Cornell University y Lecturer en el Program in the History of Science and History of Medicine en Yale University. Correo de contacto: jose.ragas(at)uc.cl Para conocer más sobre mis investigaciones, pueden visitar mi perfil o visitar mi website personal: joseragas.com.