No construyan un monumento al Che Guevara

Cuando el pasado mes de febrero la comunidad de Galway en Irlanda decidió homenajear a Ernesto “Che” Guevara no pudo prever el revuelo que su decisión iba a causar. La razón era bastante sencilla: los antepasados del Che -específicamente una abuela materna- pertenecían a las tribus Lynch y Blake de aquella localidad. Contando con el apoyo de las embajadas argentina y cubana, se hizo un diseño de un monumentol, que tenía como centro el archiconocido rostro del guerrillero argentino que participó en la Revolución Cubana y murió en la selva de Bolivia en 1967.

Inmediatamente se entabló un debate que rebasó la conveniencia o no de erigir dicho monumento hacia lo que implicaba la forma de recordar al Che, la Revolución en la que tomó parte y la historia misma de la izquierda asociada con regímenes dictatoriales. El proyecto provocó asimismo la protesta de Carlos Eire, historiador de origen cubano de la Universidad de Yale, quien hizo circular la presente carta en diversos medios (el Irish Times la censuró) con el título: “Don’t erect a monument to Che. A letter to the people of Ireland.”

Estimados editores:

Como una víctimas de las atrocidades del Che Guevara, como historiador, y como cubano de ascendencia irlandesa, estoy profundamente conmocionado por el hecho de que la ciudad de Galdway planea construir un monumento a Ernesto “Che” Guevara”. Me importa poco si quienes apoyan este monstruoso proyecto quieren creer en mentiras -es su derecho a hacerlo en una sociedad libre- pero sería equivocado permitir que su abismal ignorancia o ceguera voluntaria no sea rebatida. Aquellos que tengan en gran estima al Che pueden estar sorprendidos de escuchar lo que voy a decir, pero tienen mucho en común con los negacionistas del Holocausto.

El Che fue mi vecino en La Habana, y tuve contacto personal con él en varias oportunidades. Él vivía en una lujosa mansión a pocas cuadras de mi pequeña casa a la vez que estaba a cargo de la prisión de La Cabaña, donde algunos de mis familiares fueron torturados y asesinados. ¿Sus crímenes? Hacer público su desacuerdo con las opiniones del Che. O, en el caso de mi tío, simplemente tener un hijo cuya opinión no era opuesta a la del Che. La desagradable verdad sobre Ernesto “Che” Guevara es que era un violento matón con tendencias al despotismo. Los admiradores del Che prefieren pensar en él como un guerrero correcto, y suelen citar ciertos libros que lo presentan como un santo. Odio ser el portador de nueva información para ellos: algunos de estos libros están llenos de mentiras. Afortunadamente existen otros, como Cuba 1959, La Galera de la Muerte, escrito por Javier Arzuaga, el cura que acompañó a todas las víctimas del Che antes de enfrentar el pelotón de fusilamiento durante los primeros nueve meses de la llamada Revolución. Léanlo y lloren, por favor, todos aquellos que aman al Che. Los cubanos somos los únicos sobre la tierra que conocimos al Che real -opuesto al ícono que circula en todo tipo de productos de marketing- pero hay muchos que buscan silenciarnos, desacreditar nuestro testimonio y que amarían amordazarnos. Por alguna razón, se prefiere la mentira.

¿Por qué?

Por ignorancia y fe ciega. Para alabar al Che, uno debe mirar por encima de montañas de evidencia que señalan sus crímenes. ¿Pero por qué alguien haría algo así de manera voluntaria? Porque algunos -especialmente quienes reducen la historia a la lucha de clases- necesitan un santo al cual venerar, alguien que para ellos encarne la causa de los oprimidos. Irónicamente, pese a que muchos seguidores del Che no tienden a admitirlo, ellos actúan como fanáticos religiosos: de la manera como prefieren verlo, el Che fue un santo en una cruzada por los pobres, por lo que todo lo que él haya hecho debe haber estado bien, y quienquiera que haya sido dañado es porque lo merecía. ¿Qué si él mató cubanos sin juicio alguno, incluyendo muchos campesinos pobres? ¿O si contribuyó a establecer uno de los regímenes más represivos del planeta? ¿O si construyó campos de concentración para disidentes y gays, incluyendo uno donde colgaba un cartel en cuya puerta decía: “El trabajo los hará hombres de verdad”? Era lo que tenía que hacerse en ese momento. Y en esta interpretación religiosa del Che como ídolo, y de la política en general, aquellos que cuestionamos esta falsedad resultamos siendo peor que herejes. Somos los cretinos injustos que merecen ser asesinados por los seguidores del Che.

Cada uno en Galway y en Irlanda debería saber esto: el Che tenía mucho en común con Oliver Cromwell. Al igual que Cromwell, el Che se proclamaba a sí mismo como un libertador y sintió que justificaba las atrocidades cometidas en un país que no era el suyo, todo en nombre de una causa superior. Al igual que Cromwell, el Che se apropio de lo que le pertenecía a los demás, por una causa sagrada. Y en cuanto a reputación, Cromwell ha recibido tanta buena propaganda y adulación de quienes están a su lado, exactamente como el Che. Para los admiradores de Cromwell -y tiene tantos que desearían construirle un monumento- los irlandeses fueron obstáculos para un propósito mayor, o peor, desagradables papistas que no merecían misericordia.

Permítanme proponer una solución radical a esta controversia: si Galway quiere honrar al Che con un monumento, debería construir a su lado uno de Cromwell. Eso sería lo más justo.

El monumento, al parecer, no contará con la aprobación del gobierno local. La alcaldesa de Galway ha manifestado de esta manera su negativa a permitir la construcción de un monumento al Che:

The history since his life and death has shown that the type of society he was advocating was no more equitable than what he was fighting to displace. As a democrat, I cannot support the placing of a monument in memory of Che Guevara in our city.

 

Links relacionados

Controversy over Che Memorial. Carta de Jim Fitzpatrick, artista a cargo de la obra de homenaje al Che (The Irish Times, 5 de marzo de 2012).

Samuel Gregg, The Left Resumes Its War on History (The American Spectator, 28 de marzo de 2012)

Iconografía, globalización y revoluciones: del Che Guevara a Mark Zuckerberg

El santo y la guerrilla: el legado iconográfico del Che Guevara (Incluye links sobre la construcción del Che como ícono cultural)

Créditos: la imagen de la cabecera proviene de aquí.

Published by José Ragas

Soy Ph.D. en Historia por la Universidad de California, Davis. Actualmente me desempeño como Profesor Asistente en el Instituto de Historia de la Universidad Católica de Chile. Anteriormente he sido Mellon Postdoctoral Fellow en el Departament of Science & Technology Studies en Cornell University y Lecturer en el Program in the History of Science and History of Medicine en Yale University. Correo de contacto: jose.ragas(at)uc.cl Para conocer más sobre mis investigaciones, pueden visitar mi perfil o visitar mi website personal: joseragas.com.

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