¿Cuántos esclavos llegaron a los Estados Unidos?

Quizás usted, como yo, fueron criados pensando en la experiencia de la esclavitud en términos de nuestros ancestros negros en los Estados Unidos. En otras palabras, la esclavitud fue acerca de nosotros, desde Crispus Attucks y Phllips Wheatley, Benjamin Banneker and Richard Allen, hasta Harriet Tubman, Sojourner Truth y Frederick Douglass. Piense en esto como una parte de lo que creemos es el excepcionalismo afro-americano. (En otras palabras, si “la Experiencia Negra” es sobre los afro-Americanos). Bueno, piénselo otra vez.

El análisis más completo de los buques que transportaban esclavos es el Trans-Atlantic Slave Trade Database, editado por los profesores David Elits y David Richardson. (Si bien los editores son cautelosos en decir que las cifras ahí presentadas son estimados, yo creo que se trata de los mejores estimados que tenemos en el campo del tráfico de esclavos). Entre 1525 y 1866, en toda la historia del tráfico esclavista al Nuevo Mundo, de acuerdo al Trans-Atlantic Slave Trade Database, 12.5 millones de africanos fueron embarcados al Nuevo Mundo. 10.7 millones sobrevivieron la travesía, desembarcando en América del Norte, el Caribe y América del Sur.

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The Appendix, la nueva forma de narrar la Historia en la web

The Appendix es el nombre de un innovador proyecto web dedicado a explorar la narrativa histórica a través de ensayos y del uso de fuentes peculiares. En los últimos cuatro meses sus colaboradores nos han presentado una forma distinta de acercarnos al pasado, rescatando de los archivos textos e imágenes inéditas y envolviéndolos en un halo de misterio. De igual modo, los posts/ensayos combinan ese lado atractivo y emocionante de escribir una crónica en un lenguaje ágil pero con rigor, demostrando que ambos elementos no tienen que estar en bandos opuestos.

El magazine norteamericano Slate compartió este entusiasmo por la aparición de The Appendix con un certero mensaje en su cuenta de Twitter el pasado 26 de enero: “When did history go from droll to awesome?”. En su primer número, titulado “The End”, The Appendix recogió contribuciones variadas, a propósito del fallido (y que esperamos siga así) pronóstico maya del Apocalipsis. Ahora anuncian un segundo dossier. Mientras, pueden seguirlo a través de su web, de su Tumblr (no tiene pierde) y Twitter.

Para conocer un poco más de este estupendo proyecto, Christopher Heaney, editor ejecutivo de The Appendix nos cuenta qué animó al surgimiento de esta web y lo que esperan alcanzar a medida que se van sumando más entusiastas, tanto colaboradores como lectores, al portal. Heaney radica en Lima con su esposa Hannah Carney –también parte de The Appendix– mientras realiza su investigación como estudiante del doctorado en Historia de la Universidad de Texas, Austin. No hace mucho publicó el libro Las tumbas de Macchu Picchu (Lima, 2012).

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La Revolución será Tuiteada, por Marc Lavalle y Alexis Mainland

Dentro del panteón de líderes que han abrazado la comunicación a través de los 140 caracteres, Hugo Chávez, el desaparecido presidente venezolano, se encuentra en la cima. Desde que abriera una cuenta en Twitter tres años atrás, el Presidente Chávez se comunicó con sus contactos con un promedio de 12 mensajes semanales, casi todos ellos desde un BlackBerry. Tuvo más de cuatro millones de seguidores y fue el segundo líder más seguido en Twitter, luego del Presidente Obama, a quien Chávez alguna vez llamó “payaso”. En un tweet, Chávez condenó a Obama y su “gobierno imperialista gringo”.

La grandiosidad y verborrea de Chávez se hacían presentes en exclamaciones con mensajes revolucionarios como “!No existe pobreza en Venezuela! El capitalismo es fábrica de pobreza”. Sus tweets también expresaban su predilección por el fútbol y una cálida, acaso paternalista, conexión con los ciudadanos. El verano pasado premió a su seguidores tres millones, una mujer de 19 años, con un nuevo departamento.

Además de una horripilante tasa de crímenes y una deteriorada economía, el legado de Chávez incluye su posición como el líder mundial socialista del social media, lo que ayudó a rejuvenecer un envejecido movimiento y darle la “inmortalidad de la revolución” que proclamara su ídolo el Che Guevara al enfrentar la muerte.

Al tweetear desde su lecho de enfermo en Cuba el mes pasado, Chávez se dirigió a sus seguidores en lo que se ha convertido el mensaje más retweeteado de todos los tiempos: “Hasta la victoria siempre!! Viviremos y venceremos!!”

A continuación, información sobre el uso del Twitter por parte de Chávez.

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E.P. Thompson, el historiador inconformista; por Emma Griffin

Cincuenta años atrás, un historiador de bajo perfil que trabajaba en la Universidad de Leeds envió un manuscrito, fuera de fecha y excesivamente largo, a Victor Gollancz, una editorial especializada en ese entonces en temas de no ficción socialista e internacionalista. Nadie podría haber vaticinado la recepción del libro. La formación de la clase obrera de E.P. Thompson se convirtió en un éxito de ventas y de críticas. La demanda por este texto de 800 páginas no es sino sorprendente. En 1968, Pelican Books compró los derechos de La formación y lo publicó en una versión revisada como el libro número 1000 de su catálogo. En menos de una década, se harían cinco reimpresiones. Cincuenta años después, aún sigue imprimiéndose y siendo reverenciado como el trabajo canónico de historia social.

No era el primer libro de Thompson. Una historia de William Morris había aparecido en 1955, pero había recibido la misma indiferencia que conocen muchas de las monografías académicas.

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Benedicto, el Papa que se agotó; por Juan Fonseca Ariza

El breve papado de Benedicto XVI pasará a la historia como un punto de inflexión en la relación de la Iglesia Católica con el mundo. Desde los tiempos medievales, los papas han sido no solo el núcleo visible de la fe de los católicos, sino también su baluarte ante lo que ellos consideraban los enemigos de la Iglesia. La ortodoxia católica se construyó como la elaboración intelectual de la fe sencilla de la gente para protegerla de las “amenazas externas” de una modernidad que empezó a dudar de la validez intelectual y la relevancia ética de la fe católica. Muy poco se decía de los problemas internos que afectaban a la Iglesia, y muy pocos se atrevían a plantearlos públicamente. Con Benedicto XVI esto ha comenzado a cambiar.

Desde que era un joven sacerdote, Ratzinger consideró que la defensa de la Iglesia tenía que articularse intelectualmente. Aunque inicialmente se codeó con la generación de teólogos progresistas de Vaticano II, con el tiempo empezó a virar hacia posturas conservadoras. Como cardenal, se convirtió en el adalid de la doctrina ortodoxa de la Iglesia, pero con una notable profundidad teológica. A pesar de ello, corrientes progresistas como la Teología de la Liberación, sufrieron su implacable desaprobación. En verdad, Ratzinger fue un casi “vicepapa” durante el reinado de Juan Pablo II, pues mientras este conquistaba con su carisma a las masas, Ratzinger controlaba férreamente la estructura interna de la Iglesia. Ya como Benedicto XVI, tuvo que enfrentar dos crisis que se habían estado incubando en las entrañas de la Iglesia: la pederastia de algunos sacerdotes y el oscuro manejo de las finanzas vaticanas. Ante ello, intentó asumir el rol de moralizador, pero no contó con el respaldo de la jerarquía, lo que precipitó su renuncia.

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