El crecimiento exponencial de las redes sociales (Facebook y Twitter, entre otros), así como los diversos ámbitos en los que estos se han visto involucrados en años recientes -desde espacios globales de socialización hasta supuestos promotores de revueltas populares- ha llevado a buscar antecedentes a estas redes en el pasado. En algunos casos, esta pesquisa ha llevado a sugerir que la invención de la imprenta en el siglo XVI generó un primitivo sistema de circulación de impresos e ideas que lo asemejaría a sus pares actuales. En otros casos se han incorporado a las tertulias que se desarrollaron en el tardío siglo XIX en España como ejemplos alternativos de nuestras redes sociales.
Los cafés parecen cumplir con varios requisitos para establecer una suerte de lejano parentesco con nuestras contemporáneas redes sociales. Estos fueron objeto de investigación y escrutinio en los años 1980s en adelante, debido a la formulación de la teoría habermasiana del espacio público así como a la influencia francesa sobre los espacios de sociabilidad. El surgimiento de varios de ellos en el tardío siglo XVIII en la América colonial los llevó a una asociación con la Ilustración que se desarrollaba por esos mismos años. Los trabajos al respecto nos descubrieron espacios de agitación y que albergaban un sinfín de actividades alrededor del consumo de la bebida.
En el presente artículo, escrito por Tom Standage, se hace una comparación entre los cafés ingleses del siglo XVII con las modernas redes sociales en torno a la preocupación por si estos son espacios “productivos” o de “ocio”, lo cual permite al autor revelarnos poco conocidos aspectos de los cafés como espacios de circulación y producción de ideas.