Quizás ningún libro como Animal Farm (1945) o 1984 (1949) y ningún autor como George Orwell pudieron advertir con tanta claridad de los peligros de lo que significaba el totalitarismo, viniera este de cualquier lado del espectro político. Escrito en medio de la Segunda Guerra Mundial, Animal Farm tiene el encanto de quien lee un cuento con una advertencia permanente contra aquellos que toman el poder y tratan de imponer su ideología al resto de los gobernados, bajo la premisa de que es la verdad única que deben conocer.
En los libros antes mencionados, Orwell describe un orden político y social basado en lo que había ocurrido no hace mucho (el ascenso de la URSS en los treintas) como de lo que esto podía provocar en el futuro (1984). La eliminación moral y jurídica del individuo, así como su sometimiento a una cúpula o a un solo líder eran solo algunas de las preocupaciones de Orwell al momento de escribir ambas obras.
Para tener una mejor aproximación a esta obra, traduzco un artículo aparecido hace algunos días en The Guardian, escrito por el periodista Christopher Hitchens, en el que explica detalladamente la obra, su alcance y el contexto en el que esta fue escrita. Luego, incluyo la primera versión de la obra que se hizo como película, así como el trailer de una versión contemporánea.
Christopher Hetchins relee Animal Farm
The Guardian, 17 de abril de 2010
Animal Farm, como escribiría más tarde su autor, “fue el primer libro en el que traté, con plena conciencia de lo que estaba haciendo, de fusionar lo político con los artístico”. Sus páginas contienen una síntesis de muchos de los temas que ahora consideramos como “Orwellianos”. Entre estos se encuentran el odio a la tiranía, el amor por los animales y la campiña inglesa, y una profunda admiración por las fábulas satíricas de Jonathan Swift.
Como mucho de su trabajo posterior -especialmente 1984- Animal Farm es el resultado del compromiso de Orwell en la Guerra Civil Española. Durante este conflicto, en el cual él había combatido del lado de los antifascistas y había sido herido y perseguido por simpatizantes de Stalin, su experiencia lo convención que la mayoría de la “izquierda” estaba equivocada, y que la Unión Soviética era una nueva forma de infierno y no una naciente utopía. Él describió la génesis de esta idea en una de sus dos introducciones al libro:
“En los últimos diez años me he convencido a mí mismo que la destrucción del mito de la Unión Soviética era esencial si pretendíamos el renacimiento del movimiento socialista. A mi retorno de España pensé en exponer este mito en una historia que pudiese ser entendida por todos. Sin embargo, los detalles actuales de la historia no llegaron a mí sino hasta ahora (yo estaba entonces viviendo en un pequeño pueblo) cuando vi a un pequeño niño, de quizás diez años de edad, conduciendo un enorme carruaje a lo largo de un camino estrecho, echándole látigo cada vez que el animal trataba de voltear. Me impactó el que estos animales se percataran de su poder y del hecho de que no tenemos poder sobre ellos, y la forma en que el hombre explota a los animales del mismo modo en que los ricos explotan al proletariado”.
Procedí entonces a analizar la teoría de Marx desde el punto de vista de los animales.
La simplicidad de esta teoría es en muchas formas decepcionante. Al llevar adelante su proyecto, Orwell escogió involcrarse en un complejo y amargo argumento acerca de la revolución bolchevique en Rusia: en ese entonces un asunto más controversial que en nuestros días. Animal Famr puede ser entendida mejor si uno se aproxima a ella bajo tres diferentes líneas: su contexto histórico, la lucha por su publicación y su posterior adopción como una importante arma cultural en la Guerra Fria; y su actual relevancia para nuestros días.
El libro fue escrito en el momento más álgido de la Segunda Guerra Mundial, cuando el pacto entre Stalin y Hitler había sido reemplazado abruptamente por una alianza entre Stalin y el Imperio Británico. Londres estaba entonces bajo el bombardeo nazi, y el manuscrito de la novela había sido rescatado de las ruinas de una de las casas de Orwell que había sido devastada en Londres.
El modo cínico en que Stalin cambió de bando no le llamó la atención a Orwell, quien estaba acostumbrado a la deshonestidad y crueldad del régimen soviético. Esto lo colocó en el lado de una pequeña minoría, conformada por oficiales británicos como por la izquierda británica.
Con ligeros cambios a la secuencia real de los acontecimientos, la trama se centra en el destino de la generación de 1917 en Rusia. Así, el gran esquema revolucionario del veterano jabalí Old Major (Karl Marx) es al principio aceptado de manera entusiasta por el resto de las criaturas, lo cual lleva a un motín al relevamiento del Granjero Jones (el Zar), la defensa de los demás granjeros que vienen en su ayuda (la en ese entonces olvidada invasión de poderes occidentales a Rusia en 1918-1919) y el establecimiento de un nuevo estado. En poco tiempo, las criaturas más despiadadas e inteligente -naturalmente, los cerdos- imponen a los demás animales una dictadura mientras ellos viven como aristócratas.
Inevitablemente, los cerdos discuten entre ellos. Las fuerzas sociales representadas por cada animal son fáciles de reconocer: Boxer, el noble corcel representa a la clase trabajadora; Moisés, el cuervo, a la Iglesia Ortodoxa. Los cerdos también son reconocibles. La rivalidad entre Napoleon (Stalin) y Snowball (Trotski) termina con el exilio de este último y el intento de borrarlo de la memoria de la granja. (…)
Algunos pequeños detalles son precisos y detallados. Debido a las exigencias de la guerra, Stalin había hecho algunos compromisos oportunistas. Había reclutado a la Iglesia ortodoxa rusa de su lado, se envolvió a sí mismo con un manto patriótico, y decidió aboliar el viejo himno socialista “La Internacional” por ser demasiado provocador hacia sus nuevos aliados capitalistas en Londres y Washington. En Animal Farm, Moisés, el cuero, es permitido de volver a medida que la crisis empeora, y los pobres explotados caballos, cabras y gallinas son advertidos de que su adorada canción “Beasts of England” no será cantada más.
Hay, sin embargo, una omisión sobresaliente. Hay un cerdo Stalin y un cerdo Trotski, pero no un cerdo Lenin. De manera similar, en 1984 encontramos solo un Gran Hermano Stalin y un Emmanuel Goldstein Trotsky. Nadie parece haber señalado esto hasta el momento (y si me permito decir esto, es porque nadie excepto yo lo ha hecho; me tomó años percatarme lo que era evidente ante mis ojos).
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Animal Farm fue lanzada como una película de dibujos animados en 1954 (71 minutos). Puedes verla completa aquí. Posteriormente hubo otra versión, de 1999, que ha sido transmitida en televisión. Mira aquí el trailer.
La imagen de la cabecera proviene de aquí. La foto del interior del post, de aquí.