¿Qué nos puede enseñar un molinero del siglo xvi? ¿De qué manera el estudio intensivo de un solo caso puede llevarnos a una mejor generalización? ¿Por qué la geopolítica influye en nuestra percepción de la historia mundial? Profesor de la Universidad de California de Los Angeles (UCLA) y encargado de los Estudios de la Italia Renacentista y autor de El Queso y los Gusanos, Carlo Ginzburg, explica por qué la aproximación al estudio de la historia se encuentra en un momento de cambio.
Microhistoria. Antes que nada, el significado del nombre. Suele haber muchos malentendidos respecto al nombre. Micro se supone que se relaciona con la dimensión simbólica o real del tema o los sujetos a investigar, lo cual implica, por ejemplo, que los microhistoriadores están particularmente interesados en gente marginal, pero no es este el caso. De hecho, el prefijo “micro-“ está relacionado con el microscopio, y por ende a una aproximación particular de la historia.
En realidad, he sido responsable de una serie llamada “Microstorie”, dirigida por Giovanni Levi y yo hacia finales de los años 70s y 80s, y uno de los primeros títulos fue un libro mío sobre Piero della Francesa –uno de los más grandes pintores italianos y uno de los más grandes pintores en la tradición occidental. De modo que, en ese caso, la idea era abordar algunas pinturas de un gran pintor. Lo que resultó de aquel análisis es una pregunta abierta.
La microhistoria fue un Proyecto conjunto que había sido impulsado por un grupo de historiadores italianos hacia finales de los años 1970s (Giovanni Levi, Eduardo Grendi, Carlo Poni, yo mismo- y que pertenecíamos a la misma generación. Hubo muchas conversaciones alrededor de la revista Quaderni Storici, una publicación de historia italiana; cada uno se unió al proyecto con intereses diversos. De ahí que mi aproximación a la microhistoria sea distinta a la que hace Giovanni Levi.
El proyecto atrajo la atención de diferentes países: hubo diversas oleadas, lo cual se puede interpretar desde una suerte de perspectiva geopolítica. Así, hubo un interés inicial en Francia, Alemania, Reino Unido y, por ejemplo, México, Corea del Sur, Islandia, Hungría. Ahora existe una red internacional de microhistoriadores dirigidos por un historiador húngaro y un historiador de Islandia.
¿Por qué sugerí que esta configuración tiene una dimensión geopolítica? Mi respuesta a esta pregunta es la siguiente: la microhistoria hacía posible revertir determinadas jerarquías, las cuales están relacionadas a la política y a tradiciones históricas. Por ejemplo, todos damos por sentado que un tema como la Revolución francesa tiene una potencial dimensión mundial. Todos están potencialmente interesados en esta. ¿Y qué sobre una localidad en Islandia, el pueblo de un pescador?
Detrás de este acto subversivo de las jerarquías ya conocida hay un dictum, de acuerdo a mi propia interpretación, un dictum por Bronislaw Malinowski, el gran antropólogo polaco que luego migraría al Reino Unido; él es considerado uno de los grandes fundadores de la antropología moderna. Él llegó a decir alguna vez: No es que esta o tal otra tribu sean importantes; lo que es importante son las preguntas que hacemos a alguna tribu en particular.
Entonces no se trata del culto al fragmento como tal. El fragmento o el caso, diría yo, es importante porque puede llevarnos a más preguntas e incluso a mejores generalizaciones.
Uno de mis libros, titulado “El queso y los gusanos”, que ha sido traducido a muchos lenguajes, incluyendo el ruso, ha sido considerado de manera paradójica como el típico ejemplo de microhistoria. Digo “de manera paradójica” porque el libro fue publicado en 1976 y las discusiones sobre microhistoria comenzaron después, en 1978-79. Visto de manera retrospectiva, puedo ver mi propio libro como un ejemplo de investigación que puede ser considerada un ejemplo de teorización de microhistoria; después de todo, es normal que las teorías vengan luego de los hechos –mejor dicho, luego de la exploración empírica.
En ese caso en particular, investigué un individuo –un molinero de Friuli al noreste de Italia, que había sido enviado a juicio por la Inquisición de Roma dos veces; al final, fue sentenciado a muerte por hereje hacia fines del siglo xvi. Tomé contacto con los juicios contra este hombre a inicios de los 60s. Estaba trabajando en un proyecto distinto que también estaba conectado con la Inquisición y que se trataba de brujería o contra-brujería. Encontré un listado de los primeros miles de casos de los juicios de la Inquisición que habían tomado lugar en Friuli. Vi dos referencias a juicios contra un hombre que creía que el mundo había surgido de material podrida.
Estaba muy intrigado por esta idea, pero en ese entonces no podía acceder a los juicios salvo a una breve descripción de los mismos. Pero tomé algunas notas y posteriormente pude leer los juicios. Siete años después comencé un proyecto centrándome en ese molinero, Dominico Scandella, apodado Menocchio. Pasaron siete años más y entonces publiqué el libro.
El libro tuvo éxito, ha sido traducido a más de 26 idiomas. Se trata de lejos del libro más exitoso que he escrito jamás. “¿Por qué este libro atrajo una respuesta tan inmediata?, me he preguntado a mí mismo. Mi primera respuesta se relaciona con la persona que se encuentra al centro del libro, el molinero. Era un hombre excepcional. Era visto como una persona excepcional por los habitantes de su pueblo. Los inquisidores preguntaron: “¿Está él demente?” y ellos respondieron: “No, él no está demente, pero es extraño y dice cosas extrañas, es decir, dice cosas extrañas acerca de temas muy distintos”.
Así que hay un hombre y hay documentos. Y pienso en los documentos que tienen dos temas que puse al centro del relato en mi libro y que pudieron haber llamado la atención de cualquier persona de cualquier época. Primero, Menocchio desafió a las autoridades religiosas y seculares; segundo, la aproximación de Menocchio a la lectura lo ponía en un lugar de intersección entre la cultural oral y la escrita.
Menocchio lee libros. He podido identificar casi todos ellos. Es casi seguro que leía más, pero comencé por las referencias a las que alude en los juicios de los libros que leía. Luego exploré la forma en la que leía estos libros; la lista incluía textos oscuros pero también uno muy famoso, el Decameron de Bocaccio.
Esta es la clase de experiencia que puede sonar familiar a personas de diferentes países.
Si miramos de manera intensiva el caso, y lo vinculamos con un enfoque microhistórico, nos enfrentaremos a muchos temas generales. Francesca Trivellato, una profesora italiana que enseña en Yale, escribió un artículo, que se encuentra disponible en la web, preguntando: “¿Es la microhistoria italiana útil para una aproximación global de la historia?”. Ella respondía: “sí”; yo empecé a elaborar un argumento distinto a partir de su respuesta en un ensayo titulado “Microhistory and World History” que está incluido en el sexto volumen del “Cambridge World History”.
Todo el mundo habla hoy de “globalización”. Es importante recordar que no se trata de un evento sino de un proceso de larga duración, que comenzó seis siglos atrás. Más y mas países se encuentran participando de este proceso. Cada uno de nosotros, por ejemplo, participa de una serie de intercambios (vía email, por ejemplo) que podrían haber sido impensables veinte años atrás. Los historiadores deben asumir esta situación, haciendo nuevas preguntas al pasado. Pienso que la microhistoria puede ser extremadamente útil como herramienta para lidiar con este mundo en expansión que a su vez plantea nuevas preguntas al pasado.
Nos encontramos sumergidos por data y el problema es cómo enfrentar esta enorme cantidad de data. ¿Cómo podemos usar la web, para explotar su potencial? Me he visto confrontado con esta pregunta, y he tratado de enseñar a mis estudiantes a navegar para así encontrar algo que, además de brindar respuestas, plantee nuevas preguntas sobre la base de hallazgos inesperados. La web puede ser usada como una herramienta de investigación, e investigación significa buscar lo desconocido y encontrar lo desconocido.
Microhistory apareció en Serious Science (25 de junio de 2015).