The Economist acaba de publicar una nota sobre lo que significa la candidatura de Susana Villarán no solo en un eventual triunfo suyo a la Alcaldía de Lima sino para la aparición de una izquierda moderna en el país.
En la nota, titulada originalmente ¡Oh Susana!, se hace un balance sobre lo que ha significado esta reaparición de la izquierda así como lo que implicaría la victoria de Villarán en el mapa político de las elecciones presidencial del próximo año.
Aquí va la traducción
!Oh Susana!
Una elección municipal puede redibujar el panorama político del país.
Perú había sido una notable excepción dentro de la marea rosa de victorias obtenidas por la izquierda en América Latina durante la década pasada. Las razones no son difíciles de establecer. La extrema izquierda estaba desacreditada por la violencia terrorista desatada por el grupo maoísta Sendero Luminoso así como por la guerrilla marxista del MRTA en los años 80 y 90. De igual modo, las recetas económicas provenientes de la izquierda produjeron hiperinflación y atraso durante la presidencia de Alan García entre 1985 y 1990. No obstante, la economía ha crecido de manera vigorosa en los últimos 15 años bajo presidentes de centro-derecha, incluyendo al mismo García, ahora reinventado como un neoconservador.
Pero ¿se encuentra la izquierda peruana lista para un resurgimiento? Si las encuestas están en lo correcto, Susana Villarán, una activista de derechos humanos y cabeza de un partido de nueva izquierda llamado Fuerza Social, será elegida alcaldesa de Lima el 3 de octubre.
El despegue de Villarán en las encuestas ha sido repentino e inesperado. Álex Kouri, un candidato conservador que gozaba de popularidad en el electorado, fue descalificado por un tecnicismo. Se esperaba que esto beneficiara a Lourdes Flores, candidata de tendencia conservadora y ex candidata a la presidencia en dos oportunidades. Pero el apoyo a Flores, de profesión abogada, comenzó a tambalearse cuando se reveló que había sido asesora de un narcotraficante. Fue entonces cuando aparecieron grabaciones telefónicas en las cuales ella manifestaba que no estaba interesada en ser alcaldesa. La interceptación telefónica ha empañado la política peruana desde que era utilizada contra opositores políticos por Alberto Fujimori, un presidente de orientación conservadora que reactivó la economía en los años noventa pero que ahora se encuentra en la cárcel.
Villarán es de tendencia moderada, y ha prometido una gestión municipal transparente y efectiva. Pero de llegar a la alcaldía, y si sus aliados siguen sus pasos en otras ciudades y regiones en los meses que vienen, ello influiría en los comicios presidenciales del próximo abril. En 2006, García ganó por un margen muy estrecho a Ollanta Humala, un oficial retirado del ejército y muy popular, simpatizante a su vez de la Venezuela de Hugo Chávez. Desde entonces, la popularidad de Humala ha decrecido. En parte por el fuerte crecimiento económico del país, Humala ha tratado de reinventarse a sí mismo como un político de centro. Aun así, las encuestas sugieren que podría ser fácilmente derrotado por alguno de los candidatos de centro y conservadores, como la hija de Fujimori, Keiko.
Villarán no apoya a Humala, pero algunos en su partido sí. A medida que la elección presidencial se aproxime, el apoyo a la izquierda puede incrementarse. De ser así, será como consecuencia de las debilidades de la derecha como de las virtudes de la misma izquierda. García ha fallado en erradicar la corrupción de su partido, y su gobierno no ha hecho lo que podría en utilizar los ingresos y crear programas sociales más efectivos. Los peruanos aun están buscando al político que pueda combinar crecimiento con un gobierno transparente, justo y efectivo.
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