Fantasmas de guerra: el Huáscar

La reciente propuesta de un político chileno de que el Huáscar, el buque capturado por la fuerza naval chilena en el Combate de Angamos, podría ser devuelto bajo ciertas condiciones ha abierto nuevamente la polémica que ya lleva varios años: ¿debe el Huáscar ser devuelto al Perú o quedarse donde está, en Talcahuano?

Las respuestas no se han hecho esperar. Los comentaristas a los periódicos en línea en Chile y Perú han opinado, a veces con los ánimos crispados, sobre lo que significaría una eventual devolución del barco (ver comentarios en El Nortero, La República, El Comercio). Además, una encuesta realizada por un medio peruano señala que casi la mitad de votantes desea que el Huáscar vuelva al Perú.

Nuestro vicepresidente y marino Luis Giampietri, manifestando encarnar la última voluntad de Grau, ha salido a decir que lo mejor es que se hunda el barco. Una propuesta que no es nueva, pues ya hace algunos años ya se habia planteado, especificando incluso que el barco debia hundirse en el punto limítrofe entre Chile y Perú (que a estas alturas es complicado de establecer, dado el problema que aún está por resolverse en La Haya).

Pero como lo ha apuntado Eduardo Gonzalez en La Torre de Marfil,

Es interesante que la propuesta de devolución del Huáscar haya venido de Chile. Es además una idea generosa porque, para Chile, el Huáscar no es (como algunos despistados creen) un trofeo de guerra arrancado a los peruanos, sino la tumba del valiente marino Arturo Prat. Lo queramos o no, la cubierta del Huáscar lleva sangre de chilenos y peruanos y es un espacio sagrado para ambos países.

Asi, el Huáscar hace mucho tiempo que dejó de pertenecer a la Marina y es casi parte de nuestro imaginario colectivo… aun sin tenerlo en el país. De hecho, el Huáscar ha condensado nuestros aspectos más llamativos como oscuros: frustración, anhelos, etc. En uno de los símiles mas singulares que me vienen a la mente, un escritor comparaba las maniobras del Huáscar con otro de nuestros grandes traumas: el futbol y los dribleos de los jugadores de la seleccion en los ochentas.

El Presidente, por otro lado, ha tenido una reacción más sensata, al señalar que el barco debe estar fuera de la agenda actual. Y no le falta razón pues es un elemento que solo estorba los ya delicados temas bilaterales pendientes entre ambos gobiernos. Cabe recordar que desde su captura en 1879, el Huáscar ha sido utilizado, a veces de manera poco elegante, como en el bloqueo al Callao y la Batalla de Arica. En los siguientes años, el Huáscar operó bajo bandera chilena, especialmente en la Revolución de 1891 que depuso al Presidente Balmaceda. Después de eso, ha sido exhibido con eventuales gestos de acceso al mismo a investigadores peruanos.

El Huáscar forma parte de una larga historia de devoluciones y acuerdos entre ambos gobiernos para permitir la entrega de elementos de un pais que se encontraban en otro, principalmente restos humanos de los combatientes. Uno de los primeros gestos lo tuvo Chile, cuando en 1890 facilitó la exhumacion de los cadáveres en zona ocupada y que habían muerto en Tarapacá y Arica. Tambien haría lo mismo con los restos del Almirante Grau y sus posesiones personales. De igual modo, el Gobierno peruano en los últimos años ha permitido la repatriación de restos de soldados chilenos que estuvieron en la Campaña de Lima y cuyos restos fueron encontrados no hace mucho.

Sin embargo, el buque comandado por Grau pertenece a otro rubro: es un trofeo de guerra, y su situación es más complicada, sobre todo cuando se produce un tira y afloja que exacerba las ya delicadas relaciones entre ambos países.

Por ello, en mi opinion, el Huáscar debe quedarse donde está. Durante todo este tiempo, como ya lo señalé, ha sido un fantasma que ha rondado en nuestros traumas y conflictos internos, como una especie de alma en pena. Es como si nos faltara solo eso para estar completos, por lo que su devolucion nos podría traer más frustraciones que alegrías.

Después de todo, no es lo primero ni lo unico que hemos obtenido como forma de devolucion luego de la guerra. Algunos ejemplos me permitirán confirmar la poca importancia que le hemos dado a temas como los objetos devueltos.

Podríamos abrir los ejemplos con los tarapaqueños. El grupo de compatriotas repatriados del territorio ocupado no encontró precisamente una acogida favorable en la capital, ni en 1891 ni a inicios del siglo XX, como lo ha señalado Rosa Troncoso.

En segundo lugar, hace un tiempo, Chile devolvió una serie de libros que habian sido objeto de apropiacion (no diré saqueo) durante la ocupación de Lima. Los libros retornaron a la Biblioteca Nacional del Peru, se publicó un catálogo y ahí están, sin que haya habido un interés masivo ni euforia permanente por su retorno.

Solo hace más de un mes, el esfuerzo de dos instituciones (el Congreso de la República y el IRA), así como de los editores (Carmen Mc Evoy y José Luis Rénique) permitió la publicación de más de quinientas cartas de los líderes militares que gobernaron el Perú en la temprana República y que no solo se hallaban en los archivos chilenos sino de cuya existencia no se conocia. Y además de algunas notas aparecidas en la prensa, las cartas estan ahí, listas para ser leídas y en espera de mayor atencion de parte del público, que es para quien se buscó difundirlas.

Basado en estos casos, ya puedo imaginarme lo que pasaria si el Huáscar vuelve al Callao: hip hip hurras, discursos sobre la Patria y como esta añoraba el retorno del buque insignia peruano, quizás otro monumento a Grau, aprovechamiento politico de nuestro Vice presidente y nuestro Ministro de Defensa, para de paso poner la defensa de la Patria y de los militares (enjuiciados por violación de Derechos Humanos) por sobre los ataques de ciertos sectores que solo critican a las FFAA con acusaciones seguramente financiadas por organismos extranjeros, escolares saltando por la proa y popa los primeros meses, alguna propuesta de filmar un documental (quizás por los mismos creadores de la pelicula Vidas Paralelas)… y nada más. Luego, pasaría al olvido. Como los tarapaqueños, como los libros devueltos a la Biblioteca Nacional del Perú.

A veces olvidamos que el Huáscar es un trofeo de guerra, que nos fue arrebatado y que pertenece, aunque no nos guste, a quien venció en esa guerra. Una guerra que nos ha marcado y en la cual, como tantas otras, perdimos al igual que en otras ganamos. Dejar atrás ese episodio puede ser una forma de dejar de torturarnos de manera tan masoquista y de paso aprender a reconocer nuestros propios errores y aciertos sin tener que echar de todo a 1879.

Por otro lado a Chile no le hace ningún bien tener el barco en su poder. Debe ser uno de los pocos casos en el que un país exhibe de manera tan abierta un trofeo de guerra ganado a un país vecino. El único caso que me viene a la mente es Corea del Norte con el barco Pueblo capturado a EEUU bajo la acusación de ser un barco espía. A nivel geopolítico, la exhibición del Huáscar puede ser visto como una prolongación de una imagen militarista, que no solo afecta las relaciones con el Perú sino con el resto de la región. La referencia más cercana es Japón, que no ha podido consolidar su liderazgo en su área cercana por las tensiones que mantiene con los demás países, varios de ellos antiguos rivales del siglo XX).

Lo mejor que puede hacer Chile es devolverlo, o llegar a un entendimiento abierto para quizás una custodia compartida. Mientras no se haga eso, seguiremos encadenados a una guerra cuya historia debimos cerrar hace mucho tiempo, y de la cual ciertos sectores van a seguir tratando de sacar provecho cada vez que se pueda.

Mientras eso ocurre, los dejo con un video filmado por un colega, que tuvo la genial idea de tocar el Himno Nacional del Perú sobre la cubierta del Huáscar.

 
 
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Este post de Amautacuna de Historia, Qué piensan los chilenos del Huáscar, es bueno para tener una idea sobre lo que significa el monitor para los vecinos del sur.

La imagen viene de aquí.

Published by José Ragas

Soy Ph.D. en Historia por la Universidad de California, Davis. Actualmente me desempeño como Profesor Asistente en el Instituto de Historia de la Universidad Católica de Chile. Anteriormente he sido Mellon Postdoctoral Fellow en el Departament of Science & Technology Studies en Cornell University y Lecturer en el Program in the History of Science and History of Medicine en Yale University. Correo de contacto: jose.ragas(at)uc.cl Para conocer más sobre mis investigaciones, pueden visitar mi perfil o visitar mi website personal: joseragas.com.

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