The New York Times nos entrega un documento que analiza los gastos y las operaciones que el Gobierno norteamericano ha realizado en Irak con el propósito de reconstruir el país después del derrocamiento de Saddam Hussein en 2003. La publicación de este documento ocurre poco después que, a manera de despedida, el saliente Georges W. Bush y Condolezza Rice han declarado que no tenían la seguridad de que el régimen de Hussein significase una amenaza nuclear para EEUU ni que tuviese conexión directa con los atentados del 9/11.
El informe de más de quinientas páginas titulado «Hard Lessons: The Iraq Reconstruction Experience», revela que se gastaron 100 billones de dólares en la reconstrucción del país árabe, el mayor gasto hecho con este propósito desde el Plan Marshall después de la Segunda Guerra Mundial, cuando se buscó reconstruir Europa occidental y mantenerla alejada de la influencia soviética.
Este informe incluye más de quinientas entrevistas y auditorías, y fue entregado al diario neoyorquino además de la organización ProPublica para su difusión. En líneas generales, el Informe concluye que los resultados no justificaron la inversión realizada. Pero no solo se trata de una cuestión monetaria. También se halla en juego el prestigio de EEUU y su imagen de defensor de la democracia en territorios ultramarinos. Pese a esto, el Informe «Hard Lessons» es lapidario: la CPA (Coalition Provisional Authority), ente encargado del gobierno aliado, no llegó a comprender la cultura iraquí, lo cual le dificultó una planificación adecuada para lo que sería el Irak post-Hussein. Asimismo, los responsables norteamericanos no consultaron decisiones importantes con los líderes locales, lo que llevó a diseñar pobremente algunos proyectos, superponer objetivos prioritarios sobre otros de menos relevancia y, finalmente, sobredimensionar sus logros para evitar una mala imagen.
Leer el documento, aquí. Para una versión en pdf, aquí. El análisis de ProPublica, aquí.