Parece que Obama no las tiene todas consigo. Su campaña para reformar el sistema de salud norteamericano puede llevarlo a una ruptura de la luna de miel que las expectativas de la población pusieron en él para emprender un cambio respecto de la Administración Bush.
La desilusión de la gente amenaza con convertirse en protestas, como ha ocurrido en Washington hace pocos días. Pero lo que interesa resaltar es la etiqueta de “socialismo” con que se califica cada propuesta de reforma que hace el presidente demócrata. La acusación no es nueva: ya JFK había sido tildado de “comunista” en algunas ocasiones, pese a su manifiesta oposición al régimen soviético. Pero el término mismo, junto con otros (“revolución” sería un ejemplo de ello), ha sufrido un notorio desgaste, dado que carecemos de referentes directos o debido a la sobreexposición que se hace de dichos términos, tanto por parte de quienes los impulsan como de quienes los critican.
El significado, sus cambios y variaciones son el tema que convoca a un grupo de especialistas reunidos por The New York Times. Este panel (que cuenta con tres historiadores: Patrick Allitt, Andrew Hartman y Matthew Dallek), discute la actual percepción sobre el socialismo y cómo se entiende el mismo en EEUU.