Fui a ver la película después de haber escuchado una serie de comentarios (positivos y negativos) sobre la misma. Pero, después de todo, una película sobre la Segunda Guerra Mundial siempre es bien recibida, especialmente si la dirige Bryan Singer, responsable de Sospechosos comunes, la saga de los X-Men y una olvidable versión de Superman, sin mencionar que también dirigió la magnífica serie Dr. House.
En líneas generales, Operación Valkiria no me parece una mala película pero tampoco es la mejor de Singer. Además, abordar un tema como el fallido complot contra Hitler dirigido por el Conde Claus von Stauffenberg, interpretado por Tom Cruise, le ha reportado un plus inesperado. En Alemania, la película ha sido un éxito rotundo, lo cual es comprensible, ya que el peso fílmico y mediático hasta ahora ha recaído en señalar la complicidad o pasividad del grueso de la población alemana durante los años del Tercer Reich. Películas como Sophie Scholl y las versiones previas acerca del complot de Stauffenberg se propusieron romper con esta interpretación generalizada, que los académicos ya habían cuestionado en investigaciones y libros.
Lo más interesante de la película, a mi modo de ver, es que Singer vuelve a sus raíces y se concentra más en la organización del complot que a la puesta en marcha del mismo, lo cual ha sido enfatizado por las versiones anteriores del complot así como por una versión para TV realizado en Alemania. Al igual que lo hicieran en Sospechosos comunes, Singer y el guionista Cristopher McQuarrie privilegian la logística del evento. Asistimos entonces a los antecedentes del plan, los primeros fracasos y la necesidad por afinar los preparativos en función de la eliminación física de Hitler.
Es aquí donde entra Stauffenberg. La película lo presenta como un disconforme que es reclutado por los conspiradores para reemplazar a uno de los miembros detenidos por la policía secreta. Al igual que con Dean Keaton de Sospechosos comunes, Stauffenberg se convierte en quien articulará el movimiento y le dará la consistencia necesaria para llevarse a cabo. En ese sentido, Singer continúa la tradición de personajes que reflejan la tensión de formar parte de un grupo pero no de querer ser parte de ellos: al igual que el Keaton de Sospechosos comunes —un ex criminal que quiere redimirse pero que es forzado a cometer un nuevo delito— y el Wolverine de X-Men —un mutante que se mantiene aislado hasta ser llamado por el profesor Charles Xavier—, el Stauffenberg de Singer es parte de la Wehrmacht nazi pero no comparte su lealtad al Führer ni la continuación de la guerra.
Como ya lo mencionamos, será Stauffenberg/Cruise quien cierra la trama al dotar de la organización necesaria al complot. Su aporte será las modificaciones realizadas a la denominada Operación Valkiria, un plan de emergencia por el cual uno de los múltiples brazos armados del Reich, la Guardia de Reserva, podía ser movilizada para imponer el orden en Berlín y en los demás distritos militares y contrarrestar a las poderosas SS, dirigidas por Himmler. En este aspecto, el film es impecable y de manera más que clara, Singer reposa la tensión en los preparativos así como en los aspectos que van saliendo mal a medida que la operación avanza: el cambio de lugar de reunión a un espacio más abierto, el uso de solo una carga de explosivos, el traslado del maletín con los explosivos. La estrategia visual y narrativa de Singer es correcta, ya que la historia del complot es bastante conocida, por lo que el peso debía ser trasladado a los preparativos y al grupo humano que lo llevó a cabo. Vemos así las ambiciones de los implicados, especialmente el doble juego de Rohmm, quien ordena la ejecución de los complotados para evitar que estos descubran su propia participación en el plan. La dubitación de algunos de ellos también queda evidenciada en la película, que centra su atención en los conspiradores más que en los personajes cercanos a Hitler. Estos son los que carecen de versatilidad y resultan poco convincentes, incluyendo al propio Hitler. Y es que después de las interpretaciones de Hitler y su entorno en La caída, va a ser difícil encontrar un Tercer Reich más convincente. Lo mismo se podría decir de Tom Cruise. No me termina de convencer del todo. No solo porque físicamente no se parece al Stauffenberg real sino porque en el contexto de la trama desencaja con el resto de actores.