Muñecos vudú y cultura política en el Perú

La aparición de muñecos “vudú” con los rostros de reconocidos políticos habría provocado el enojo y consiguiente indignación del diario Correo, quien se refiere a estos objetos como “insultantes” y de mal gusto”. El objetivo de estos muñecos, según sus creadores, no puede ser más explícito:

“Objeto político-educativo antiestrés con carácter de ‘¡Toma mierda por lo que me has hecho!’. El objetivo ritual de este acto consiste en concentrar toda la energía acumulada durante todos estos años de sufrimiento, robo, corrupción, narcotráfico, homicidios, pendejada, tráfico de armas, empobrecimiento sistemático, chuponeo, sinvergüencería y demás faenones del caso, y en ejercer la justicia negada clavando alfiler por alfiler en el cuerpo de cada uno de estos miserables”.

En realidad, estos muñecos son solo parte de una larga línea de prácticas y estrategias de la población para protestar contra sus autoridades. Las manifestaciones y protestas ofrecen un rico archivo cultural de estas prácticas, al igual que otros elementos, como las caricaturas, las imitaciones, los chistes que circulan en diversos espacios, desde programas de entretenimiento hasta el humor callejero. Lamentablemente, muy pocas veces estamos dispuestos a apreciarlos y preferimos juzgar una marcha o movilización por la violencia que desata o establecer si los objetivos se cumplieron o no.

Precisamente, creo que un momento importante fue la movilización que se desarrolló contra el fujimorismo a fines de la década de 1990 y que congregó a una sociedad civil más activa y variada. Estas protestas apelaron principalmente al aspecto performativo que a la confrontación, aunque sí hubo también enfrentamientos con las fuerzas del orden. Así, desde los lavados de bandera hasta la Marcha de los Cuatro Suyos, hemos asistido al despliegue de una serie de manifestaciones que pocas veces han quedado registradas y que permiten entender la transformación de la cultura política nacional.

Quizás uno de los elementos evidentes de estas protestas fue la aparición de muñecos con los rostros de Alberto Fujimori y Vladimiro Montesinos, entre otros, algunos de ellos con trajes a rayas o en jaulas que simulaban ser prisiones. Un segundo momento ocurrió en años más recientes cuando aparecieron piñatas en el gobierno de Alejandro Toledo y continuó en el de Alan García, especialmente con personajes asociados con corrupción. Ya desde mediados del siglo XIX podemos percibir una rica cultura política que se traduce en este tipo de prácticas y representaciones, especialmente en las elecciones que congregaron a sectores populares. Ahí es posible encontrar desfiles con imágenes de los candidatos, símbolos y una serie de elementos que apenas son reconocibles ciento cincuenta años después.

Si en algo coinciden quienes han estudiado estas prácticas colectivas y los rituales que se desarrollaron en torno a efigies de políticos y autoridades es que se trata de válvulas de escape, que en cierta forma contuvieron formas de protesta más abiertas y violentas. De hecho, en algunos casos se trata de prácticas rituales, como quemar estas efigies en Año Nuevo de la misma forma que se hacía lo propio en festividades previamente establecidas en otras partes del mundo (ver video).

Como decíamos al inicio, estos muñecos vudú no son más que una forma en la cual las personas expresan su descontento. Para usar palabras de James C. Scott, se trata de las “armas” que los “débiles” tienen a su alcance para expresar y procesar su descontento contra quienes están en el poder. Pero también ocurre que quienes están en el poder suelen apropiarse de estas prácticas y dirigirlas hacia sus propios adversarios, como ha ocurrido hoy con las declaraciones de Kenji Fujimori, para quien: “Chehade se convertiría en el muñeco de Año Nuevo más vendido”.

La mera existencia de estos muñecos así como la selección de personajes y la reacción de cierta prensa nos dice mucho sobre la forma en la que la población entiende el poder y establece responsabilidades cuando el sistema judicial o político no lo hace. No es casual que Luis Giampietri, Rafael Rey, Luis Castañeda, aparezcan relacionados con la práctica del vudú. Después de todo, son muertos en vida.

Published by José Ragas

Soy Ph.D. en Historia por la Universidad de California, Davis. Actualmente me desempeño como Profesor Asistente en el Instituto de Historia de la Universidad Católica de Chile. Anteriormente he sido Mellon Postdoctoral Fellow en el Departament of Science & Technology Studies en Cornell University y Lecturer en el Program in the History of Science and History of Medicine en Yale University. Correo de contacto: jose.ragas(at)uc.cl Para conocer más sobre mis investigaciones, pueden visitar mi perfil o visitar mi website personal: joseragas.com.

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