Cuando los responsables del Club de Teatro de la Universidad Nacional San Cristóbal de Huamanga (UNSCH) decidieron montar El Diario de Ana Frank con motivo de la reapertura de la Universidad en 1959, no se imaginaron el profundo significado que el personaje de Ana Frank y el contexto en el que ella vivió (y murió) estarían ligados a la ciudad de Huamanga durante el siguiente medio siglo.
Después de todo, la relación entre el Holocausto y el Perú no es extraña. Recientemente, en su libro Estación Final, Hugo Coya ha recreado la historia de aquellos peruanos de origen judío que perecieron en los campos de concentración nazi durante la Segunda Guerra Mundial. Pero también ha rescatado una historia de racismo y verguenza, que llevó al Gobierno peruano a impedir la entrada de la población judía en momentos en que necesitaba refugio en otros países para escapar a la insanía fascista.
En el caso de la puesta en escena de Ana Frank a fines de los cincuenta, hay que mencionar que se trató de una obra que ya había sido estrenada en la capital por esos mismos meses. Información proveniente de El Comercio señala que un pariente cercano de Ana Frank -quien se encontraba en la ciudad como actor- asistió a la representación en Lima, lo cual fue registrado por la prensa de ese entonces. La obra fue dirigida por Bernardo Roca Rey y estrenada en la AAA en abril de 1958, con bastante acogida.
En Huamanga se estrenó a mediados de diciembre de 1959, bajo la responsabilidad del Club de Teatro de la UNSCH, impulsado por Elvira Miró Quesada y con el apoyo de Julio Ramón Ribeyro, quien era profesor en dicha Casa de Estudios. Hubo una serie de problemas en su puesta de escena, especialmente en lo referido a la coreografía y el poco tiempo de preparación de los actores. Sin embargo, la obra fue muy bien recibida, aun cuando la obra, según un boletín emitido por la Universidad:
no es una pieza fácil de presentar, porque carece de efectos teatrales, y en cambio, demanda la interpretación sicológica de un grupo de personas, muy diversas en carácter, que vive durante dos años sometida a una constante sensación de temor.
Pero Ana Frank volvió casi cincuenta años después a Huamanga, cuando en agosto pasado se inauguró en Huamanga una muestra titulada “Una historia vigente. Ana Frank”, una exposición itinerante organizada por SER. Servicios Educativos Rurales y La Casa de Ana Frank. La inaguración fue un acto emotivo, en el que participaron sobre todo jóvenes, pues a ellos estaba dirigida la muestra. Una niña huamanguina leyó un fragmento del diario de Ana Frank, haciendo hincapié en el horror que sufrió como adolescente y lo que ocurrió con la juventud en Huamanga durante el periodo de violencia política.
La exposición buscó establecer puntos en común entre el Holocausto, el Conflicto Armado Interno y quiénes sufrieron su violencia demencial, en una serie de rasgos comunes al Perú contemporáneo y la Europa de la IIGM: racismo, intolerancia, indiferencia de una parte de la población y el uso de la violencia como un fin en sí mismo. Más importante aun es lo que ha ocurrido después, con el proceso de recuperación de la memoria en los lugares donde se produjeron ambos acontecimientos.
Incluyo a continuación un par de fotos de la exposición. La galería completa, con treinta fotos, puede ser vista aquí.
Agradecimientos
Quiero dejar constancia de mi agradecimiento a la Fundación Tinker, gracias a cuya beca otorgada a través del Hemisheric Institute on the Americas de UC Davis, pude viajar a Huamanga para llevar a cabo una investigación para mi proyecto de tesis doctoral. Durante este periodo, pude asistir a una serie de eventos relacionados con el tema de memoria, durante la semana del aniversario por la entrega del Informe Final de la Comisión de la Verdad y Reconciliación.