El valor de estudiar Historia

Con la crisis económica que aun se deja sentir y que ha afectado los presupuestos de las Universidades, resurgen las opiniones sobre si las Humanidades y las Ciencias Sociales -en este caso particular, la Historia-, son viables. Por viables, se entiende, en primer lugar, lucrativas, y solo en un plano muy alejado se insinúa la importancia que tiene para la sociedad. La situación no es nueva: cuando se trata de hacer ajustes, estas áreas son las que más suelen sufrir los recortes, en comparación, por ejemplo, de carreras como Ingeniería o las vinculadas con las ciencias. En el fondo, subyace la creencia de que las Humanidades no brindan beneficios a corto plazo, ni se traducen en patentes de medicinas, inventos o inversionistas para los centros de educación superior. Asimismo, las fluctuaciones en el mercado de trabajo han llevado a no pocos a reconsiderar si dedicarse a la Historia es conveniente durante esta coyuntura, pese a que algunos estudian han demostrado que se trata de una de las profesiones mejor pagadas.
 
¿Es posible competir con laboratorios, profesiones en constante demanda y la imagen secular de que las ciencias duras u otras disciplinas tienen una importancia per se dada su supuesta aplicabilidad en la vida diaria? Definitivamente, estamos hablando en lenguajes paralelos, que enfatizan un valor distinto para la Historia, las Humanidades y las Ciencias Sociales (al respecto, véase el artículo de Newsweek aquí). Quizás uno de los aportes más importantes de la Historia en los últimos años ha sido el de enfatizar el papel de la memoria de una manera crítica, lo cual ha llevado a desarrollar una conciencia más crítica en diferentes partes del mundo respecto a gobiernos injustos o corruptos. No quiero caer en el lugar común de repetir que la Historia es una herramienta para entender el presente, porque para eso los historiadores deberíamos tener cierto consenso en que esta no debe limitarse tan solo al estudio de una época ni una región en particular y de cómo hacerla más atractiva y acercarla precisamente a los problemas del presente. Lo cierto es que nos encontramos en una etapa en que podemos aprovechar de transmitir contenidos históricos a una cantidad mayor de personas, a la vez que buscar interiorizar cómo el conocimiento del pasado permite una perspectiva distinta de quienes no lo practican o a quienes les ha sido impedido ejercerlo en su condición de ciudadanos.
 
En medio de las discusiones que se han producido sobre la crisis y la Historia, he traducido un artículo aparecido días atrás escrito por Jean Smith y que reflexiona precisamente sobre los tópicos a los que he hecho mención antes.
 
 
El valor de la Historia

Luego de haber pasado cuatro años en el doctorado, no son pocas las veces en que la gente me ha preguntado qué planeaba hacer con mi título, a veces con sincera curiosidad, otras veces de modo crítico o condescendiente. Incluso yo mismo me he preguntado si haberle dedicado tiempo a estudiar y enseñar historia me había llevado a vincularme con algo trivial o autoindulgente, menos útil a la sociedad que, digamos, estudiar Leyes u obtener un título de Doctor en Medicina. Pero tras haber estado cuatro años en el doctorado y tres trabajando como Asistente de Docencia (Teacher Assistant), me he dado cuenta de la importancia pública que tiene el estudio de la historia y pienso que es particularmente importante, especialmente en tiempos como estos, de recorte de fondos y anti-intelectualismo.
 
Algunos posts recientes se refieren a este tema. El de Angela Sutton (“History Pays for Itself”) se enfoca en el importante tema de que pese a que los Departamentos de Historia así como los de Humanidades y Ciencias Sociales son subsidiados por los de ciencia e Ingeniería, en realidad ellos significan más una inversión en cuanto a lo que pagan los alumnos por sus estudios que en lo que gastan, y que indirectamente pueden estar costeando los costosos laboratorios y equipo requerido por las ciencias duras. Como lo hace notar Sutton, es importante hacer notar estas percepciones equivocadas, de modo que nos permita no perder de vista el valor intrínseco del estudio de la Historia. A su vez, el post de Shellen Xiao Wu (“The Dollar and Cents of Higher Education”) aporta información sobre la falta de consenso en Estados Unidos acerca de si la educación superior es un bien público o un producto de consumo.
 
Creo firmemente que la educación superior es un bien público y que el estudio de la Historia brinda importantes beneficios. Aprender Historia desde un amplio rango de perspectivas es importante para el ciudadano, no solo porque provee de estudiantes con nuevas miradas hacia el pasado así como el contexto para comprender temas de actualidad, sino porque enseña a los estudiantes valiosas habilidades. Como Asistente de Docencia y como estudiante he podido ver cómo el estudio de la Historia ayuda a desarrollar la habilidad para analizar argumentos, expresas ideas complejas, dirigirte a quienes tienen opiniones distintas de manera respetuosa y escribir de manera clara y persuasiva, solo por mencionar algunas ideas que me vienen a la mente.
 
Como profesor de los cursos de World History e Historia de África, he visto cómo los estudiantes norteamericanos se han visto beneficiados con una mirada más amplia que los ha llevado a repensar muchas de sus ideas previas sobre el mundo más allá de Estados Unidos. Esto no significa que tales habilidades puedan ser obtenidas solo a través del estudio académico de la Historia, pero no debemos perder de vista el papel que cumple el estudio de la Historia al preparar a los estudiantes para su vida personal y como ciudadanos luego de graduarse. Por estas y otras razones, el estudio académico de la Historia es importante, y si bien puede parecer que me sumo al coro de voces que ha dicho esto de antemanos, considero que debemos insistir en la importancia tanto de la Historia como de la educación superior.

La imagen de la cabecera proviene de aquí mientras que la foto del interior de aquí.

Published by José Ragas

Soy Ph.D. en Historia por la Universidad de California, Davis. Actualmente me desempeño como Profesor Asistente en el Instituto de Historia de la Universidad Católica de Chile. Anteriormente he sido Mellon Postdoctoral Fellow en el Departament of Science & Technology Studies en Cornell University y Lecturer en el Program in the History of Science and History of Medicine en Yale University. Correo de contacto: jose.ragas(at)uc.cl Para conocer más sobre mis investigaciones, pueden visitar mi perfil o visitar mi website personal: joseragas.com.

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