El Chat GPT toma su nombre de otro más extenso: “Chat Generative Pre-Trained Transformer” y se refiere básicamente al sistema de arquitectura empleado para brindar contexto y relación entre palabras. Fue desarrollado por la compañía de Inteligencia Artificial Open AI. A su vez, el Chat GPT pertenece a un conjunto de programas denominados “Large Language Models (LLM)”, que utilizan la información de la web para procesar textos mediante sistemas de entrenamiento profundo del lenguaje y redes neuronales para crear contenido predictivo y respuestas que brindan la ilusión de una “conversación”, cuando en realidad son más bien respuestas a preguntas planteadas.

Quienes han utilizado el Chat GPT, han descubierto la precisión de las respuestas y lo rápido que estas son creadas, lo cual son algunos de sus rasgos esenciales. Asimismo, han aprendido cómo ordenarle seguir determinadas pautas, afinando los resultados obtenidos. No obstante, es necesario señalar que en su versión inicial, las limitaciones son evidentes al aproximarnos a los textos generados con un poco más de detalle. Y esto se hace más latente cuando son los mismos historiadores los que deciden abordar el tema de frente. Por ejemplo, algunos han realizado preguntas que han sido respondidas parcialmente y con errores por este programa. Es bueno recordar que el Chat GPT “recoge” la información de la web, a veces de publicaciones académicas, pero también de cualquier tipo de publicación, sin que esta necesariamente contenga información verdadera.

En este punto, es necesario enfatizar que —como cualquier otro sistema de Inteligencia Artificial (IA), algoritmos incluidos—, Chat GPT no es un sistema “externo” a nosotros, o que exista de modo autónomo. Chat GPT demuestra nuestro potencial humano para alcanzar nuevas formas de desarrollo tecno-científico, pero como todo lo “humano” está plagado de nuestros sesgos, prejuicios y limitaciones, al igual que los algoritmos o una obra musical, literaria o histórica. Esto es importante para comprender mejor la naturaleza misma de este programa así como sus alcances. El error más común es considerarlo un sistema “objetivo” que arroja respuestas “neutrales” a nuestras preguntas, lo cual solo contribuye a un mal entendimiento del mismo y a brindar soluciones equivocadas y abiertas a la tergiversación.

Sabiendo esto, ¿está en peligro el oficio de historiador/a y la investigación profesional del pasado? Algunos colegas han dado su opinión al respecto:

Otra forma de averiguarlo es preguntarle al mismo Chat GPT, tal como lo hice hace unos días. Inspirado en un ejercicio anterior, primero le planteé: “¿Qué tareas realiza un historiador?”
Esto fue lo que respondió:

Hasta aquí, nada fuera de lo normal. Luego lancé la pregunta definitiva: “¿Puede el Chat GPT reemplazar a los historiadores?”.

El que nuestro rol siga “siendo insustituible” puede sonar tranquilizador y hasta reconfortante, pero la respuesta en sí no indica nada más que la capacidad de este software para organizar réplicas en base a información disponible.

Como historiadores/as, necesitamos saber más (no menos) sobre IA y de sistemas como Chat GPT. Y debemos hacerlo con tranquilidad, como con cualquier herramienta nueva y de manera similar a las que ya hemos aprendido en los últimos años. El fatalismo que suele acompañar a nuevas irrupciones tecnológicas debe ser correspondido con análisis más pausados con el propósito de reducir la ansiedad en torno a dichas innovaciones.

Sin ir muy lejos, hay investigadores/as que están utilizando ya el Chat GPT en sus propios escritos, como papers académicos o en la preparación de programas de curso (syllabus). Tiene sentido, ya que el Chat GPT puede ordenar determinada literatura y con ello evitar tiempo y demora. Incluso, ciertos journals están viendo cómo los/las autores/as colocan explícitamente el Chat GPT en los Agradecimientos o como co-autor, lo cual no ha sido recibido bien inicialmente por editoriales como Cambridge University Press y Elsevier.

Propongo tres puntos específicos para que nos ayuden en cómo afrontar el Chat GPT en nuestro trabajo de docencia e investigación:

1. El Chat GPT todavía ofrece respuestas muy básicas. Se trata de una escritura fácil y automática, como seguramente han visto en los ejemplos que circulan o si ustedes mismos lo han utilizado. Es cierto que el Chat GPT aún no está del todo avanzado, y que sus respuestas son más bien elementales en la versión gratuita. Pero en algunas instancias, es suficiente para buscar la automatización al momento de generar contenido, y que dicho contenido sea redactado por una máquina y no por personas entrenadas. Esto es lo que precisamente ha venido ocurriendo con compañías que han reemplazado a redactores web por Chat GPT. Pese a las deficiencias de estos sistemas, las compañías consideran que justifican el recorte salarial.

Visto de manera amplia, no se trata solo de un avance tecnológico sino que está siendo incorporado dentro del proceso de automatización de servicios, que en su versión más perversa, busca reemplazar trabajadores por software de IA. Algunos de nosotros tenemos que lidiar a veces con operadores automáticos que ofrecen algún tipo de solución en diversas compañías, y que hacen muy difícil (si no imposible) poder hablar con algún agente humano. De hecho, algunas compañías ya están incorporando en sus tarifas un cargo adicional por cada vez que hablamos con una persona y no con el software.

[via @KMartenon]

2.La disciplina histórica está capacitada para enfrentar un desafío así. Como lo ha señalado la historiadora Jo Guldi, es necesario ir más allá de esta hiper-fascinación (que roza con la intoxicación) respecto de que la información por sí misma es la respuesta a las preguntas que hacemos. Hoy hay más información que nunca, pero es necesario insistir en la importancia de procesar y comprender la enorme cantidad de data que existe en el espacio virtual y real. El rendirnos ante la hiper-abundancia de información, y algunos de sus derivados (como las visualizaciones sin mayor explicación) resulta en una forma peligrosa de anular la capacidad crítica propia de los humanos para seleccionar, cuestionar y utilizar la data.

De ahí que en su próximo libro (The Dangerous Art of Text Mining), Guldi proponga un acercamiento de “conocimiento híbrido”, donde son los métodos históricos los que dirigen los algoritmos y el análisis, y no al revés. Con ello, convertirnos en “historiadores cyborg”, mejor equipados para este tipo de desafíos y que sea más bien un lugar productivo de encuentro entre métodos cuantitativos con las herramientas analíticas para las que hemos sido entrenados.

El Chat GPT va a funcionar de manera similar a otras páginas de la web, donde los que lo consulten no siempre van a encontrar las respuestas correctas y más bien, pueden incorporar no solo respuestas falsas sino deliberadamente distorsionadas y asumirlas como ciertas. Por ello, es importante que divulguemos las limitaciones del Chat GPT como instancia única (y última) de respuestas. Y esto se combate principalmente no solo aprendiendo más del Chat GPT sino haciendo más Historia Pública, para brindar espacios legítimos y válidos de información y análisis crítico.

3. Lo último que debemos hacer es prohibir el uso de Chat GPT en clase. Esto solo va a llevar más atención al mismo y a la posibilidad de reemplazar el análisis por la escritura automática. Lo que sí debemos hacer, si vemos que se está volviendo un tema visible, es aprender a usarlo. Y a partir de ahí ver de qué manera puede ser útil para ser incorporado en clase, o en todo caso, explicar las limitaciones que este tiene. Del mismo modo en que el Chat GPT va a seguir evolucionando, lo harán también los sistemas para detectar los ensayos y pruebas escritos con ese programa. Pero no debemos caer en el vigilantismo o estar a la defensiva.

No todos los estudiantes van a utilizar Chat GPT para sus tareas y evaluaciones, y no todos van a querer engañar al sistema de enseñanza. Es cierto que debemos insistir en la importancia del trabajo personal pero esto no va a hacer suficiente. Por ello, una solución puede ser cambiar la forma de preguntar lo que queremos evaluar, y no dejarlo en el terreno donde estos programas puedan ser aplicados: es decir, donde solo pedimos información y no análisis crítico. Los ensayos y exámenes deben cambiar de enfoque y encontrar un balance entre la carga docente y el aprendizaje crítico de nuestros estudiantes.

El Chat GPT va a continuar evolucionando y seguir aprendiendo de las preguntas que le hacen a diario miles y miles de usuarios, lo cual garantiza un entrenamiento rápido y eficiente, que es la razón por la cual se hizo público y gratuito (por el momento). Mientras escribo, hay quienes consideran que solo medio año después de su lanzamiento, el Chat GPT ya está “obsoleto”. Las reacciones hacia este sistema han conseguido que las compañías se interesen en elaborar modelos más avanzados, como “Bard” el Chat GPT de Google, que puede utilizar imágenes, la voz e información actualizada de la web (el Chat GPT solo llega hasta 2021). Y así como este, van a surgir otros más en los próximos meses, hasta que el modelo sea superado por algún otro sistema más avanzado.

Lo que posiblemente ocurra a futuro, asumiendo que este interés (a veces sobredimensionado) por el Chat GPT continúe, es que este pase a convertirse en un asistente de escritura y búsqueda. Del mismo modo que el auto-corrector del procesador de texto o alguna otra herramienta que usamos en la vida diaria. Mientras, es importante conocer más de dónde procede y cómo viene siendo utilizado.

Para terminar, solo quisiera señalar que más allá de nuestras preocupaciones, tanto el Chat GPT como la IA son herramientas impresionantes y fantásticas, y que pueden cambiar la manera en que investigamos el pasado y transmitimos nuestros hallazgos, como ya viene ocurriendo. En realidad, la amenaza a nuestro oficio no proviene necesariamente de sistemas digitales como estos (que pueden ser tranquilamente incorporados como herramientas) sino de problemas más concretos e inmediatos, y que apuntan a la desvalorización de nuestro trabajo y la precarización del mismo.

Me consuela saber que va a pasar tiempo antes de que una herramienta similar pueda escribir un post como este. Y que aún podamos diferenciar lo que escribe una máquina y lo que escribe un ser humano.

* * *

* Quiero agradecer a Nicole Larrondo, del Laboratorio de Historia Digital UC, y Lucía Ortiz de Zárate, de la Universidad Autónoma de Madrid, por sus sugerencias y revisión de este post. Como aún no puedo culpar al Chat GPT, asumo cualquier error y responsabilidad en el mismo.

Published by José Ragas

Soy Ph.D. en Historia por la Universidad de California, Davis. Actualmente me desempeño como Profesor Asistente en el Instituto de Historia de la Universidad Católica de Chile. Anteriormente he sido Mellon Postdoctoral Fellow en el Departament of Science & Technology Studies en Cornell University y Lecturer en el Program in the History of Science and History of Medicine en Yale University. Correo de contacto: jose.ragas(at)uc.cl Para conocer más sobre mis investigaciones, pueden visitar mi perfil o visitar mi website personal: joseragas.com.