The Appendix es el nombre de un innovador proyecto web dedicado a explorar la narrativa histórica a través de ensayos y del uso de fuentes peculiares. En los últimos cuatro meses sus colaboradores nos han presentado una forma distinta de acercarnos al pasado, rescatando de los archivos textos e imágenes inéditas y envolviéndolos en un halo de misterio. De igual modo, los posts/ensayos combinan ese lado atractivo y emocionante de escribir una crónica en un lenguaje ágil pero con rigor, demostrando que ambos elementos no tienen que estar en bandos opuestos.
El magazine norteamericano Slate compartió este entusiasmo por la aparición de The Appendix con un certero mensaje en su cuenta de Twitter el pasado 26 de enero: “When did history go from droll to awesome?”. En su primer número, titulado “The End”, The Appendix recogió contribuciones variadas, a propósito del fallido (y que esperamos siga así) pronóstico maya del Apocalipsis. Ahora anuncian un segundo dossier. Mientras, pueden seguirlo a través de su web, de su Tumblr (no tiene pierde) y Twitter.
Para conocer un poco más de este estupendo proyecto, Christopher Heaney, editor ejecutivo de The Appendix nos cuenta qué animó al surgimiento de esta web y lo que esperan alcanzar a medida que se van sumando más entusiastas, tanto colaboradores como lectores, al portal. Heaney radica en Lima con su esposa Hannah Carney –también parte de The Appendix– mientras realiza su investigación como estudiante del doctorado en Historia de la Universidad de Texas, Austin. No hace mucho publicó el libro Las tumbas de Macchu Picchu (Lima, 2012).
“Quizás es un secreto, pero mucho de lo más fascinante, lo más humano, y lo más relevante de la historia nunca sale del escritorio. Es decir, solo la décima parte de las investigaciones, largas y minuciosas del historiador/a, aparecen en los libros y artículos que este produce. Un décimo de los libros y periódicos leídos, recibos revisados, diarios devorados y cartas digeridas. Un décimo de las vidas de nuestros antecesores ha sido filtrado para tener una historia lista para su publicación. Es un décimo potente y necesario para hacer los argumentos que la Historia, en mayúscula, necesita; más aún, es solo una porción pequeña del pasado, y de ella solo una fracción será leída por un público más amplio.
Se trata de un problema más grande en EEUU que en el Perú, donde los historiadores y las historiadoras hablan de sus investigaciones en la televisión y donde cada descubrimiento de tumbas precolombinas recibe su propia portada en los diarios. En Estados Unidos, en cambio, existe una enorme brecha entre los investigadores y un público más preparado para leer un libro sobre George Washington y la Guerra Civil que sobre un trabajo que trata acerca de la vida cotidiana de esclavos, inmigrantes, y otros soñadores menos famosos. Esta brecha —formada en parte por la inclinación o necesidad profesional de escribir por otros historiadores—es todavía peor hoy en día, cuando la política económica del momento lleva a cortar el presupuesto de los programas de Humanidades en las universidades norteamericanas. Se nos presenta, entonces, una cuestión difícil de negar: si nosotros, los historiadores, no podemos explicar procesos tan complicados que estamos estudiando en nuestras propias investigaciones —fuera de las aulas de clase— de una manera humanística y útil, ¿qué estamos haciendo?
El año pasado tres compañeros y quien esto escribe —historiadores todos— decidimos contribuir a solucionar este problema de la manera más entretenida que pudimos: el 21 de diciembre de 2012 —una fecha más afortunada que apocalíptica— lanzamos una nueva revista de historia narrativa y experimental, donde se puede compartir las cosas pequeñas pero importantes de la Historia, en un estilo más periodístico, apasionado, y listo para compartir con amigos en Facebook, Twitter, o cualquier otra red social. Un lugar donde historiadores, reporteros, escritores y artistas puedan ofrecer descubrimientos fascinantes extraídos de los archivos. Como hemos escrito en la “Primera Carta a Nuestros Lectores”, esperamos que “a tráves de su vida, la revista se incrementará con cartas de amor prohibidas y profecías olvidadas; las notas al margen de marineros cansados; ficción, comics, y poesía que desafían la frontera entre el pasado y presente; y fotos de abuelos desconocidos.”
La revista se llama The Appendix, o El Apéndice. Funciona así: cada cuatro meses lanzamos una nueva edición, a veces con un tema que sirva de eje. Nuestro primer número se tituló: ‘¿El Fin?’ e incluye una crónica sobre un paquete de los efectos personales de las víctimas de un accidente aéreo en el Amazonas brasileño, encontrado en un archivo en Miami; una historia corta del concepto del apocalipsis; una investigación de la muerte de un príncipe africano en 1793; y una entrevista con Adam Hochschild, el autor de King Leopold’s Ghost. Ahora estamos preparando un dossier titulado “Ilusiones” para que aparezca el 1 de abril, el cual comenzará con un “Open Source” sobre la vida de Catalina de Erauso, una vasca que se disfrazó como hombre y luchó en las guerras de conquista en Chile en el siglo XVII.
Los suscriptores pueden descargar cada edición el día de aparición de la revista como un e-book en PDF o para su e-reader favorito. Los que no estén suscritos a la revista también pueden disfrutar cada edición, pero de una manera más lenta: cada semana uno o dos nuevos artículos, poemas o cuentos, aparecerán en nuestra portada, libres de leer a cualquiera y complementado con nuestro blog. La “edición” acaba cuando todo el material de esta se agota, y comenzamos con la nueva “edición.” Es un modelo nuevo, pero ya está funcionando. Aunque todo nuestro contenido es o será accesible, eventualmente, hay gente que está pagando por su amor a la Historia por el lujo de leer cada edición y sus interesantes crónicas interesantes en el momento de su preferencia. Con el dinero obtenido podremos pagar, eventualmente, a nuestros colaboradores.
Nos honra la invitación de poder presentar The Appendix al público. Estoy especialmente entusiasmado de hacerlo por una razón que comparto con ustedes antes que nadie por la larga colaboración que he disfrutado con los historiadores peruanos en mis propias investigaciones. El Apéndice no es solo una traducción; es un ramo nuevo de nuestra revista. O sea, El Apéndice, L’Appendice, A?????????, etc. etc. En casi cada edición, esperamos a ofrecer un artículo entretenido y narrativo escrito no en inglés sino en el idioma propio del investigador. A veces ofreceremos alguna traducción en inglés, pero también puede ser solo un resumen del mismo. Para nosotros ello representa una manera de compartir el increíble esfuerzo realizado por investigadores que quizás no hablan inglés pero que trabajan en otras tradiciones de la Historia; y es también una manera de forzar a los lectores norteamericanos a pensar más allá de lo limitado que puede leer en inglés.
Además de esto, siempre buscamos transcripciones y fotos de fuentes increíbles que podemos compartir con nuestros lectores. Para aprender más, me puedes escribir a Christopher@theappendix.net y seguir The Appendix en Twitter.
The Appendix es un experimento, pero un experimento que consideramos relevante. ¿Cómo podemos interesar al público en una historia desconocida para muchos: una historia llena no de revolucionarios famosos, presidentes, y celebridades sino de nosotros mismos? Absurdos. Fracasados. Frustrados de las metas que nos proponemos, pero que no por ello dejamos de aprender y querer cambiar. Somos los otros nueve décimos.
Esperamos que te encuentres y te sientas identificado en nuestras páginas”.