Hace unos días, fui a abrir un documento con las fechas de entrega de becas, solo para percatarme que le había puesto un título equivocado. No me entusiasma mucho postular a becas y pedir financiamiento; en realidad, me desagrada. Una vez me senté en la oficina de mi asesora y le conté que me sentía como un fraude cada vez que comenzaba una postulación. Ella me miró y dijo: “Necesitas pensar en una postulación a una beca como un ejercicio de escritura creativa”. Así que abrí Orgullo y Prejuicio, de Jane Austen, en busca de inspiración. Tengo un particular respeto por escribir propuestas, similar a la actitud de Mr. Bennet hacia los nervios de la señora Bennet: “Tengo a tus nervios en mi más alta estima. Son viejos amigos míos. Los he escuchado mencionar con consideración por los últimos veinte años cuando menos”.
Considero también a las postulaciones como viejos amigos que veo una y otra vez mientras los reviso uno a uno para que encajen en lo que pide cada institución. No puedo decir que siento aprecio por postulaciones que invitan a venderme a mí misma y a mi proyecto en cinco páginas o menos. Pero admito que escribir propuestas es un arte que todos los estudiantes de posgrado necesitan perfeccionar, debido que la necesidad por financiamiento externo merodea como un acompañante permanente.
Todos los estudiantes graduados deben aplicar a becas. Incluso si eres afortunado de contar con ayuda financiera de tu Departamento, deberías tener al menos algunas becas en tu CV para demostrar que has recibido ayuda externa para tu investigación. Muchos estudiantes no cuentan con el financiamiento de sus Departamentos, con lo cual postular a becas no es una elección sino una necesidad.
La regla más importante del proceso es que debes postular. Haz un calendario de deadlines con los requisitos para cada beca, y postula, postula, postula y postula nuevamente. En mi tercer año de doctorado, postulé a 15 becas externas y gané cuatro. Abarcar mucho es importante porque si vas tras suficientes becas podrás ganar una, y las becas ayudan a conseguir otras becas. Nadie quiere depender de un solo benefactor, sino terminarás como Mr. Collins, confiando en Lady Catherine de Bourgh.
Los comités evaluadores se sentirán más confiados de darte dinero si otras instituciones ya lo han hecho anteriormente. Aunque la regla de postular a becas puede ser vista como injusta si no has ganado becas previas, considera que las becas internas de tu Departamento suelen ser más fáciles de ganar, y teniendo una en tu CV para mostrar a fundaciones o agencias gubernamentales, se ve mejor que no tendiendo ninguna que enseñar. Empieza a postular para apoyo institucional desde el segundo o incluso desde el primer año. El mejor consejo que me dio mi asesora sobre escribir propuestas fue que necesitas presentarte a ti y tu proyecto hacia el final de la primera página, sin importar si es a espacio simple, espacio y medio o doble espacio. Si no lo has hecho para cuando los lectores tengan que voltear la página, los habrás perdido. En este caso, lo mejor es no apelar al estilo de Jane Austen.
También ayuda conocer a tu audiencia. Este es un consejo obvio para las becas que dan financiamiento para investigar en una biblioteca o un archivo, pero quizás menos para las becas más grandes. Una vez apliqué a financiamiento en un museo histórico administrado por un grupo de Damas Agradables Pero Anticuadas. En respuesta a su pregunta sobre qué tipo de investigación pensaba llevar a cabo si recibía dicho financiamiento, respondí que estaba interesada en estudiar la prostitución en el siglo XIX. Encontré que se trató de una estrategia poco efectiva, cuando volví a postular al año siguiente y gané el financiamiento con un proyecto distinto. En el museo, un empleado cercano a dichas Damas Agradables Pero Anticuadas me contó del mal hábito que estas tenían al limpiar las piezas de colección de plata. Hay personas poco inclinadas en que uno investigue la historia de las prostitutas en el siglo XIX usando el nombre de su museo.
En una nota más agradable, uno no tiene necesariamente que saber exactamente qué va a encontrar mientras investiga, y aquí es donde el consejo de pensar en las postulaciones a becas como escritura creativa se vuelve valioso. Un comité evaluador no espera que tú presentes una tesis sobre lo que tú has escrito; espera que hables sobre la que tú piensas escribir. Ello te invita a adivinar, imaginar y arriesgar afirmaciones más amplias. Si piensas de manera más amplia sobre lo que piensas encontrar, la emoción por el proyecto vendrá por sí sola.
La gente dice que ayuda mucho tener un tema de investigación “sexy”, pero uno de los problemas con escribir en un campo específico y nuevo es que los comités puede que no estén convencidos de que sus archivos tendrán los documentos que necesitas. Puesto que yo estudio sobre la comida, he enfrentado este problema antes, y he encontrado dos formas de solucionarlo. Uno es ir al archivo por un periodo de tiempo muy corto antes de postular a algún financiamiento. Puedes pasar un fin de semana revisando colecciones para tener una mejor idea de lo que posee la biblioteca. Habiendo recibido dicho consejo yo mismo, sé que puede ser frustrante: un estudiante suele aplicar a este financiamiento porque no tiene el dinero para viajar a dicha biblioteca. La segunda solución es que muchos archivos han microfilmado sus colecciones. Si puedes conseguirlos por préstamo inter-bibliotecario o en tu propia biblioteca, puedes afirmar que has visto parte de sus colecciones y que sabes que son importantes para tu proyecto.
Recuerda que ganar becas para escribir la tesis deberá ser una de tus principales prioridades. Al inicio de mi tercer año, decidí dedicar dos meses ignorando mi lista de libros para mis exámenes y trabajar más bien en las postulaciones a becas. Sabía que los deadlines eran dos veces al año (para historiadores, noviembre/diciembre y luego febrero/marzo). Organiza tu tiempo para tener tus aplicaciones a tiempo. La otra buena noticia es que si te pasas del deadline, las postulaciones reaparecerán al año siguiente. Es decir, si te rechazan, puedes modificar tu postulación, y si aun consideras que eres un buen candidato, postular al año siguiente.
Cuando me encontraba en un seminario, conocí a un director de investigaciones que, sin preguntarme, me llamó a un costado y comenzó a hablarme sobre las debilidades de mi fallida postulación. Fue un episodio muy vergonzoso y recuerdo haber calmado mi vergüenza con abundantes cantidades de queso en la recepción que siguió al seminario. Pero luego le agradecí, fui a mi casa, y reexaminé mi postulación. De igual modo, cuando una persona te envíe una carta de rechazo y ofrezca discutir tu postulación, acepta esa oferta, aun si te hace sentir incómodo.
Si no estás seguro sobre cómo debe ser una buena postulación, tienes algunas opciones. Necesitas leer muchas postulaciones de otras personas antes de enviar la tuya al resto del mundo. Organiza un taller de escritura de postulaciones con otros compañeros de doctorado para que así puedan editar tu trabajo. Tendrás una idea de qué suena mejor y dónde puedes mejorar tu escritura. Un par extra de ojos es útil, pero solo sabrás si debes cambiar o no algo si un grupo de personas te hace la misma sugerencia.
También tendrás la oportunidad de sentarte en uno de los comités de evaluación de tu propia universidad. El año que gané mi primera beca fui invitado a uno de dichos paneles. Ser parte de un comité interdisciplinario que selecciona las becas que recibirán financiamiento es una experiencia que no tiene precio. Mi comité escogió estudiantes cuyas postulaciones no tenían jerga académica, y que habían propuesto proyecto que pudiesen cumplir dentro de las restricciones impuestas por el tiempo y el dinero ofrecido. Dado que teníamos muchas postulaciones que leer, fue particularmente útil cuando explicaban sus objetivos en el menor espacio posible.
Sentarse en este comité también me permitió conocer cómo se distribuye el dinero. Dado que era un año de presupuestos ajustados, pocas personas obtuvieron el monto que habían solicitado. Siempre debes pedir el máximo de dinero solicitado, en el caso de que el comité tenga que reducir el monto a todos. Mejor recibir mucho que poco.
Muchas fundaciones publican los nombres de los ganadores. Revisa esas listas y averigua si hay alguien que tú conozcas, o alguien con un proyecto similar al tuyo. Vale la pena escribirles para saber si desearían compartir su exitosa postulación contigo. Como cualquier otro comité evaluador, lo peor que podrían decir es no.
Así que procede como una heroína del siglo XIX y ve tras el dinero. Al igual que Elizabeth Bennet tú también tendrás la oportunidad de convertirte en el beneficiario de diez mil libras anuales.
Grant Applications apareció en The Higher Chronicle (5 de febrero de 2013) y fue escritor por Rachel Herrmann, estudiante de doctorado en Historia en la Universidad de Texas, Austin.
Un recurso útil es el documento publicado por el Social Science Research Council y traducido al español como El arte de escribir propuestas, por Adam Przeworski y Frank Salomon. Otro texto, con recursos adicionales, es How to Write A Winning Grant Proposal.