Estadísticas y manipulación histórica

Puede que, al momento de escribir Historia, no exista un arma tan poderosa como una buena estadística. Cualquier acontecimiento puede hacer sonar más real, y cualquier aseveración puede hacer que suene más verdadera tan solo añadiendo un número.

El problema es que estos números pueden ser, y con frecuencia lo son, falsificados. Probablemente el área más manipulada de estudio sea la Segunda Guerra Mundial, donde las estadísticas son manipuladas con mucha frecuencia, ya sea impuestas de manera forzada o realizadas sin criterio técnico, dependiendo de la agenda personal o política de quien las enuncia. Si hay algo que se pueda ganar ya sea inflando o reduciendo las cifras, pues entonces inflémoslas o reduzcámoslas. En el pasado, estas versiones alternativas de escritura de la historia habrían sido publicadas en folletos oscuros, hechos para circular en sociedades secretas, pero hoy en día parece que es más probable verlas circulando en oscuras páginas web que se presentan a sí mismas como faros hacia una “verdad” escondida.

Algunas de las estadísticas que circulan en la web no solo son absurdas sino escandalosas. Por ejemplo, existen docenas de sitios web que señalan que el número de prisioneros de guerra alemanes fue de 3 millones, y que 3 millones de civiles alemanes fueron asesinados en venganza luego de la Segunda Guerra Mundial. No es casual que la suma de estas cifras sea 6 millones, la cual equivale exactamente al número de judíos asesinados en el Holocausto. Los más entusiastas difusores de estas amañadas estadísticas provienen, por supuesto, de la extrema derecha –porque, desde su dudosa lógica del ‘ojo por ojo’, 6 millones de alemanes muertos representan la deuda de los nazis y saldada de una sola vez.

No es necesario decir que estas cifras carecen de sentido. Provienen de fuentes del gobierno alemán de la década de 1950, que tenía razones de más para inflar estos números. Los académicos alemanes contemporáneos creen que el número real de civiles muertos luego de la guerra fue alrededor de medio millón, y la de los prisioneros de guerra, un millón. Esto se suma a un alto número de víctimas, más que suficiente para brindarnos una noción del horror experimentado por estas personas, pero no lo suficiente para la derecha alemana, si lo que desean es rehabilitarse.

No son solo los alemanes o la extrema derecha la que participa de este tipo de juego. Algunos italianos aun señalan que 300.000 fascistas fueron asesinados luego de la guerra, y hay franceses que ponen en 100.000 el número de colaboradores eliminados por comunistas locales. Ambas cifras deben ser divididas entre 10 para tener un número cercano al verdadero. Los nacionalistas polacos y ucranianos suelen también inflar por diez el número de víctimas asesinadas a manos del otro. El gobierno del Mariscal Tito añadió otras 700.000 víctimas al número de bajas de la guerra, ya que eso les permitía obtener una mejor tajada en las reparaciones de guerra a Alemania. Y los soviéticos exageraron el número de sus víctimas de guerra para ordeñar a Europa por una compensación. Una vez terminada la guerra, todos tenían una agenda por lo que la búsqueda de la verdad estaba muy lejos en la lista de sus prioridades.

Desafortunadamente, los historiadores pueden ceder en la tentación de exagerar. En ocasiones esto se debe a razones políticas; por ejemplo, David Irving indicó que 100.000 civiles habían muerto en el bombardeo a Dresden, cuando la cifra documentada por las autoridades locales es menos de un cuarto de dicho número. O a veces ocurre por razones dramáticas: es más emocionante indicar que cerca de un millón de prisioneros de guerra alemanes fueron eliminados por inanición por los norteamericanos, que la poco polémica cifra de apenas cuatro o cinco mil víctimas.

Bucear en medio de este fango es una de las labores menos agradables pero más interesantes que el historiador interesado en este periodo debe enfrentar. Todo estos es presentado de un modo bastante atractivo: un texto académico escrito por un autor sin interés político o nacional, en el cual las cifras están sustentadas con evidencia y datos estadísticos. No obstante, lo más probable es que uno presencie disputas no siempre agradables, donde las estadísticas son esgrimidas como armas –mientras más grandes, mejor- en una batalla de razas y nacionalidades o entre la izquierda y la derecha. En una atmósfera así no llama la atención que los números reales, aquellos fuera de las pasiones y que no pueden ser puestos en cuestionamiento, sean puestos al margen.

El artículo apareció originalmente como “Lies, Damned Lies and Statistics” y fue escrito por Keith Lowe para History Today (junio 6, 2012)

Créditos: La imagen de la cabecera proviene de aquí.

Published by José Ragas

Soy Ph.D. en Historia por la Universidad de California, Davis. Actualmente me desempeño como Profesor Asistente en el Instituto de Historia de la Universidad Católica de Chile. Anteriormente he sido Mellon Postdoctoral Fellow en el Departament of Science & Technology Studies en Cornell University y Lecturer en el Program in the History of Science and History of Medicine en Yale University. Correo de contacto: jose.ragas(at)uc.cl Para conocer más sobre mis investigaciones, pueden visitar mi perfil o visitar mi website personal: joseragas.com.

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