Ronald Fraser, quien ha fallecido el pasado 10 de febrero a la edad de 81 años, fue uno de los más respetados, talentosos y prolíficos historiadores británicos sobre España. Su tan conocido libro Blood of Spain (1979), es un recuento invaluable de la Guerra Civil española, cuidadosamente construido a partir de entrevistas realizadas a quienes participaron en ambos bandos. Realizadas con una voz cortés a la vez que firme y segura, el libro contribuyó a establecer la historia oral como una disciplina en sí misma. A Ronnie le disgustaba, sin embargo, dicha categoría, “como si fuese un término historiográfico similar a la historia ‘económica’ o ‘política’ antes que lo que realmente es: la creación de nuevas fuentes para impulsar la investigación histórica”.
Su último trabajo, Napoleon Cursed War (2008), una reconstrucción magistral de la guerra de 1808-1814, siguió el mismo principio, solo que en esta oportunidad se vio obligado a descender a las produnfidades de los archivos para hallar las voces y las acciones de la gente común.
Ronnie nació en Hamburgo de un padre escocés que trabajaba en una compañía naviera y de una madre norteamericana, una heredera cuya fortuna ayudó a adquirir la casa en Burghfield, Berkshire, en la cual vivieron luego que dejaran Alemania en 1933. Su hermano Colin nació dos años después.
Su padre estuvo convencido de que sus hijos debían adquirir una educación conservadora. Ninguno de ellos lo hizo. Si Ronnie nunca lo obtuvo de su padre, su madre tampoco lo hizo. Ella se divorció de él y se casó con un doctor neozelandés. Luego de la repentina muerte de su segundo esposo, se unió con Tom Harper, un aviador alemán.
Años después, Ronnie volvió a Gran Bretaña, convirtiendo Burghfield en Amnersfied, in Hampshire, para investigar “el íntimo sentido de nulidad que una infancia inglesa había dejado en mí”. En su libro In Search of a Past (1984, 2010), escrito con ayuda del psicoanálisis, conectó los recuerdos de su niñez con los de ocho sirvientes domésticos que lo habían criado durante su infancia. Es una obra poco convencional y apasionada.
Asistió a la preparatoria local y escuelas públicas y, luego de hacer el servicio nacioal, trabajó por algunos años en la agencia Reuters. El mundo de los plazos, sin embargo, no encajaba con él. Le dejaba poco espacio para la reflexión y para ese entonces ya había comenzado lo que sería un largo romance con España, inspirado por los escritos de Gerald Brenan, quien luego se convertiría en un amigo cercano.
Luego de la muerte de su madre, y con una herencia en su poder, Ronnie se mudó a Andalucía: “Era 1957 -el año que, lo supe después, la agricultura española había alcanzado niveles anteriores a la guerra civil. Nada en la empobrecida Andalucía anunciaba una recuperación de una guerra que había terminado 18 años antes”.
Fue aquí, de pura casualidad, que conoció a un joven francés, André Gorz, autor de Le Traitre, una exploración de autobiografía y teoría. Él y Gorz -un periodista de L’Express y más tarde un reconocido filósofo social y pionero de la ecología política- desarrollaron una cercanía intelectual. Esto llevó a Ronnie a París.
El ambiente político de París era difícil de resistir. Fueron las ideas de Jean-Paul Sartre y su círculo las que hicieron de Ronnie un socialista de por vida. Y fue Gorz quien introdujo a su nuevo amigo inglés a Soho y la New Left Review en 1963. Aquí conoció a algunos compañeros políticos; se sintió en casa nuevamente.
El magazine estaba en proceso de ser transformado, y las poco explotadas habilidades para el negocio de Ronnie permitieron que la publicación sobreviviera. Se convirtió entonces en el encargado financiero y luego ayudó a establecer New Left/Verso. Debido al magazine, él comenzó haciendo entrevistas con trabajadores, antes que Studs Terkel hiciera lo mismo, describiendo en qué consistía el trabajo y lo que este significaba para sus vidas. En 1968 Penguin publicó Work: Twenty Personal Accounts, que fue único en su tiempo. (…)
El artículo original fue escrito por Tarik Ali y publicado en The Guardian como “Ronald Fraser Obituary“. También recomiendo el texto de Kelly Brudick, “Hail & Farewell: Ronald Fraser“. Julián Casanova le dedica un homenaje en El País.
Créditos: La foto de la cabecera proviene de aquí.