¡Él está de vuelta! clamaba el titular del Times de Londres en el otoño de 2008 a medida que las bolsas de valores colapsaban y los bancos quebraban. “Él”, era, por supuesto, Karl Marx, quien 160 años atrás había escrito sobre las recurrentes “crisis del capitalismo“. El presidente Sarkozy de Francia fue fotografiado leyendo a Marx, como lo señaló el ministro laborista británico Tristram Hunt, mientras que la versión alemana pronto se convirtió en un best seller en dicho país. Incluso el Papa Benedicto XVI alabó el “gran talento analítico” de Marx. Este es el punto en el cual Eric Hobsbawm acaba de publicar un nuevo libro con una llamada a la acción como título: How to Change the World (Cómo cambiar el mundo).
Hobsbawm, quien vive y trabaja en Londres a la edad de 94 años, es probablemente el más conocido y el mejor a nivel mundial de los historiadores marxistas. Su primer libro, Rebeldes Primitivos, aparecido en 1959, así como su segundo libro: La era de las revoluciones, 1789-1848 (1962) fueron ampliamente leídos no solo desde la izquierda pero por generaciones de estudiantes universitarios. El primero brinda un recuento difícil de olvidar de los “bandidos sociales” en los siglos XIX y XX en Italia y España, hombres a los que la ley consideraba como delincuentes pero que eran percibidos como héroes por sus comunidades. El segundo abordaba una mirada macro sobre la transformación social de Europa. Luego él prosiguió escribiendo una docena de vívidos y atractivos estudios sobre la política y la historia del mundo capitalista, haciendo de él uno de los más reconocidos íconos marxistas en el día de hoy.
(Incluso cuando crecí como parte de la Nueva Izquierda que puso a un lado al Partido Comunista al considerarlo autoritario, conservador, y fuera de lo que prevalecía, Hobsbawm fue siempre mi héroe. Todavía lo recuerdo en una cena en mi casa en 1981 luego de una conferencia en UC Irvine cuando escuchamos en las noticias que Reagan había sido abaleado. Nos reunimos alrededor de la televisión y Hobsbawm dijo: “Espero que no haya sido un izquierdista”. Hobsbawm retornó a Nueva York antes que nos enteráramos que la motivación de John Hinckley para disparar al presidente no fue ideológica sino para impresionar a Jodie Foster).
El argumento de Hobsbawm en How to Change the World no es complicado. Sí, Marx se equivocó respecto a que los trabajadores del mundo se unirían para crear una sociedad sin explotación, pero parece que entendió algo esencial sobre las crisis del capitalismo: Estas no eran, causadas por eventos “externos” como guerras, desastres naturales, o la quiebra de banqueros ambiciosos, sino que eran parte del sistema capitalista en sí, una “contradicción estructural”. Las crisis periódicas hacían más fuertes al capitalismo, eliminando sus unidades más débiles. Marx predijo que como resultado de estas crisis periódicos, eventualmente un pequeño grupo de gigantescas corporaciones podría dominar el mundo. De acuerdo a Hobsbawm, esto se parece de manera “sorprendente” a lo que conocemos como “globalización”.
El artículo completo se encuentra aquí: Jon Wiener, The Age of Revolution, publicado en Los Angeles Review of Books (4 de noviembre de 2011).
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