Esta es la pregunta que ha mantenido ocupadas, por lo menos, a tres generaciones de historiadores, quienes, desde sus respectivas áreas de estudio, han tratado de brindar una respuesta satisfactoria. Algunos han hecho cálculos que han sido tildados de minimalistas. Otros, queriendo agradar a la platea y atraer la atención de las cámaras, han proyectado una serie de estimados que los pusieron bajo la categoría de ‘maximalistas’ (un término que en realidad escondía una acusación de ‘apocalípticos’ o ‘chiflados’, según se quiera ver).
Lo cierto es que diversas entidades académicas han creado fondos y organizado donaciones que permitan el trabajo multidisciplinario en torno a esta pregunta. El American Historical Association hizo eco de esta preocupación y dedicó dos paneles al tema, sin que se pueda llegar a un acuerdo. La propuesta original tuvo que ser retirada de su web ante los comentarios ácidos que ahí comenzaron a aparecer. Cuando parecía que la pregunta iba a quedar sin resolver, alguien se animó a hacer un tímido intento de responder esta interrogante. Aquí va.
Pregunta: ¿Cuántos historiadores se necesitan para cambiar un foco?
Respuesta: Existe un gran debate en torno a este tema. Hacia mediados del siglo XX, el consenso se inclinaba por ‘solo uno’: y esta interpretación teleológica y linear de la historia (‘Whiggish’) apoyó un conjunto de obras que celebraban la electrificación y el progreso como responsables del acto de cambiar un foco. Sin embargo, a inicios de los años 1960, los historiadores sociales rechazaron la escuela que promovía al ‘Gran Hombre’. Para ellos, produjeron trabajos de índole revisionista que enfatizaban las contribuciones de los asistentes de investigación y el personal de limpieza en la tarea de cambiar un foco. El nuevo consenso fue desafiado, a su vez, por quienes estudiaban la historia de las mujeres, criticando la interpretación que marginaba el rol de la mujer, señalando a su vez que los focos eran cambiados por las secretarias. Desde la década de 1980, los posmodernos han venido deconstruyendo lo que ellos consideran un discurso hegemónico represivo del cambio de foco. Este mismo discurso desliza una oposición binaria entre ‘luz’ y ‘oscuridad’ y privilegia una visión ‘falocentrista’ del bulbo sobre el zoquete, lo cual ellos perciben como colonialista, sexista y racista. Finalmente, una nueva generación de historiadores neo-conservadores ha llegado a la conclusión de que el foco no necesita ser cambiado y han procedido a alabar a Ronald Reagan y Margaret Thatcher por traer de vuelta la vieja bombilla.
Como es evidente, se va a necesitar más investigación sobre este tema.
Otras variantes a esta pregunta pueden encontrarlas a continuación:
P. ¿Cuántos historiadores revisionistas se necesitan para cambiar un foco?
R. A decir verdad, y en contra del consenso establecido, el foco nunca fue cambiado
P. ¿Cuántos historiadores culturales se necesitan para cambiar un foco?
R. Me interesa menos el foco en sí que los discursos que tratan sobre el cambio del mismo.
P. ¿Cuántos historiadores del arte se necesitan para cambiar un foco?
R. Se necesitan 11. Uno para cambiar el foco, cinco para mostrar versiones tempranas que pudieron haber influido en el mismo, y otros cinco para decir que los verdaderos responsables del cambio del foco fueron los aprendices.
Créditos: El autor de esta ocurrencia es David Leeson, profesor en Laurentian University. Su texto dio pie a otros comentarios, que pueden ser leídos en su perfil de Facebook. Agradezco a Paulo Drinot por haberme hecho notar este texto. El texto original, en inglés, ha estado circulando por las redes, aunque con referencias a otros autores. La referencia a los historiadores revisionistas, culturales y del arte proviene de aquí. Por supuesto, el párrafo introductorio es pura invención mía, al igual que la traducción del texto. La foto de cabecera proviene de aquí.