La interpretación del Medio Oriente, y con ella, del Islam, es una de las tareas que el mundo académico está tratando de desarrollar y replantear en los últimos años, dada la tensión existente entre ambos hemisferios, y que ha provocado una ola de estudios sobre esta región, además de afinar las percepciones anglocentristas que se tenían del Medio Oriente y del Islam. Hago algunos apuntes sobre cómo estas visiones han ido cambiando en los últimos años, tomando como base las lecturas del Seminario sobre Teorías y Métodos del Medio Oriente contemporáneo que estoy llevando este ciclo.
Para entender estos cambios, es preciso situarnos en un marco de referencia más amplia. Por ejemplo, Immanuel Wallerstein, quien impulsó el estudio del “world-system”, es crítico respecto a cómo este concepto se ha venido desarrollando en los últimos años. Para él, lo que se ha hecho es estudiar el fenómeno del world-system como un conjunto de elementos separados, y no como un sistema, que es la manera original en la que se debió plantear. En ese sentido, se ha procedido a ahistorizar el world-system así como a constreñirlo a la suma de los estados nacionales y sus narrativas.
¿Cómo se llegó a este quiebre y fragmentación? En sus inicios, el saber académico era una sola fuente de conocimiento, en el que no existían divisiones entre lo que serían los campos del saber. No es lugar para hacer un resumen de esta evolución, pero señalemos que el primer gran quiebre se produjo en el siglo XVIII, cuando la filosofía y la ciencia dejaron de ser una sola. A esto le seguiría una serie de rupturas que se fueron consolidando al abrigo de la formación del sistema universitario y que pondría en evidencia las carencias de esta compartimentación en momentos de necesidad de unificación de saberes respecto a sociedades y culturas no-occidentales.
La Guerra Fría sería uno de esos momentos, y el Orientalismo la respuesta más inmediata al vacío por la comprensión de estas sociedades para un público y grupo académico occidental. Al carecer del conocimiento preciso sobre estas culturas, la generalización vino a reemplazar los estudios y las monografías que debieron haberse producido. Esto dio lugar a aparatos metodológicos como la Teoría de la Dependencia, o los estudios que dividían el mundo en “desarrollados” y “en vías de desarrollo” (un eufemismo para “subdesarrollados”). Un caso sintomático es el retorno del concepto del Modo de Producción Asiático, propuesto por Marx, y que permitió su aplicación a países del Lejano Oriente al caracterizarlos como ahistóricos, atrasados, despóticos e imposibilitados de alcanzar los elementos que permitieron a Occidente llegar al desarrollo: división de poderes, sociedad civil y capitalismo, por mencionar algunos.
El capitalismo (y su historia) puede ser un elemento interesante para comprender cómo se ha producido esta representación tan desigual respecto a Medio Oriente. Considerado como la etapa final de crecimiento y un modelo de sistema económico (especialmente luego del fracaso del comunismo en 1989), se ha asumido que los países no occidentales se habían quedado rezagados en una etapa pre-capitalista, aun cuando habían salido a duras penas del feudalismo, un prejuicio reforzado por A. G. Frank y sus seguidores. Peter Gran ha demostrado cómo no solo es posible encontrar una dinámica capitalista en Egipto sino de qué manera los conceptos que hemos empleado para estudiarlo en Occidente (tomados de David Ricardo y especialmente de Marx) pueden ser inútiles para un contexto distinto. Por ejemplo, la relación entre capital mercantil y capital moderno, que para Marx se produce como una transición de un estadío al siguiente, y que en el caso egipcio conviven simultáneamente. Asimismo, la formación social propia del Medio Oriente, que genera grupos y dinámicas completamente distintas a las europeas, y en las que en Egipto podemos hallar en estados débiles, clases artesanales con poder y mercaderes ávidos de riquezas que no dudan en aprovechar las rivalidades de los de su misma clase para obtener más poder.
El capitalismo no podría ser –de hecho, nunca lo fue– una doctrina económica que se puede aplicar solo a un puñado de países, sino un marco de referencia de producción y circulación de bienes en que se vieron envuelto gran parte del globo, pero con diferentes ritmos y resultados. Aquí es necesario volver al buen Braudel, quien fue uno de los primeros en proponer el estudio de regiones amplias que sostenían prácticas económicas específicas. En el caso que nos ocupa, sería el Mediterráneo y el capitalismo. Gran propone, revirtiendo el punto de vista político dominante, que el desbalance en el comercio entre Egipto y Francia, con perjuicio de los comerciantes de Marsella, habría sido el disparador que llevó a la invasión napoleónica en 1798 (lo cual no excluye los deseos de los políticos franceses de alejar al Corso de Francia por un buen tiempo y empujarlo a una aventura en territorios lejanos como Oriente).
Para contrarrestar esto, autores como Gibb proponen el estudio específico del Islam, considerando los elementos que son propios a esa cultura y que reflejan las tendencias, ideales y fuerzas que operan en su interior. Estos elementos, además, tienen la ventaja de atravesar verticalmente la sociedad, lo que permite estudiar diferentes aspectos con un mismo eje articulador. Estos serían: la familia, la aldea, los beduinos, la industria, el comercio, la ciudad, el ejército, el gobierno y su aparato administrativo, la religión, la educación, la ley, la esclavitud y las minorías no islámicas. Asimismo, Islamoglu-Inan, además de insistir en la crítica al Modo Asiático de Producción, ha recordado cómo Weber aplicó este análisis parcial al intentar explicar los factores que habrían impedido que el capitalismo prenda en el Islam, adjudicando a la religión y la cultura como responsables implícitos del supuesto atraso del Medio Oriente.
Bibliografía
H.A.R. Gibb and Harold Bowen, “Introduction,” In: Islamic Society and the West: A Study of the Impact of Western Civilization on the Moslem Culture of the Near East (London: Oxford University Press, 1950).
Peter Gran. Late eighteenth early nineteenth century Egypt: merchant capitalism or modern capitalism? In: Islamoglu-Inan, The Ottoman Empire.
Peter Gran, Beyond Eurocentrism: A New View of Modern World History (Syracuse: Syracuse University Press, 1996). Leerlo en Google Books
Hur Islamoglu-Inan, The Ottoman Empire and the World Economy (Cambridge: Cambridge University Press, 1987). Leerlo en Google Books
Immanuel Wallerstein, World-Systems Analysis: An Introduction (Durham: Duke University Press, 2004). Leerlo en Google Books