Debió ser en 1998 ó 1999 cuando asistí a una de las innumerables charlas que organizaba el IFEA. Por ese entonces, yo acababa de cambiarme de carrera, de Administración de Empresas a Historia, y con la inseguridad propia del converso, trataba de reafirmar mi transfuguismo asistiendo a cuanta actividad de mi nueva profesión hubiese en Lima. En una de estas conferencias tuve la suerte de conocer a dos estudiantes de San Marcos con los cuales inmediatamente nos hicimos amigos y terminamos conversando en mi casa sobre libros y los temas que más nos apasionaban.
Liz y Juan, a la postre, se convertirían en buenos amigos, con los cuales mantendríamos el contacto en una era pre internet. Hace unos días me enteré que Juan ha muerto. Que un colega joven haya fallecido, sin aviso y de imprevisto, no deja de estremecerme, por no haber podido pasar más tiempo con él y mucho menos por no haberme podido siquiera despedir.
Ya que un obituario no deja de ser un mensaje que entregamos mal y tarde, al menos quiero despedirme de Juan aprovechando este espacio: como amigo, como colega y como blogger.
Ver otros posts de homenaje a Juan en Amautacuna de Historia (19 de mayo de 2009), En recuerdo de Juan (El espejo de Clío), Requiem por el maestro y colega Juan Candela (Sobre Historia, Educación y Ciencias Sociales) También recomiendo ver el blog de Juan: Crónicas de Perú