La importancia de escribir la historia reciente

A menudo se dice que los periodistas brindan el “primer borrador de la historia”. Ello hace presumir que los historiadores intervienen posteriormente y, basándose en una amplia variedad de fuentes –las cuales incluyen aquellos recuentos periodísticos-, revisan ese “primer borrador” para convertirlo en algo más elaborado. Pero ya que los historiadores no abordan los acontecimientos de la misma manera que los periodistas, algún historiador tendría que ser el primero en escribir dicho “primer borrador”.

Consideremos los magistrales volúmenes escritos por Arthur Schlesinger sobre la historia del New Deal. Estos fueron terminados 25 años después de la elección de Franklin Delano Roosevelt. Como el mismo Schelinger lo reconocía, él estaba escribiendo sobre un pasado que se hallaba “justo detrás de nuestras espaldas”. Él también reconocía que podría ser complicado delinear opiniones o juicios de valor concluyentes sobre tales eventos recientes. Pero él salió bien librado de dicho dilema -y de manera brillante, podríamos agregar- creando un trabajo que trasciende por su fuerza e importancia.

Creemos que un creciente número de historiadores en la actualidad se encuentran gravitando hacia la escritura de eventos recientes por razones similares a las de Schlesinger. Ellos están políticamente comprometidos y perciben cierta urgencia por analizar los eventos contemporáneos. En algún momento de sus carreras profesionales, los historiadores están volcándose a eventos que ocurrieron bien durante sus propias vidas o quizás en la última década. Libros como: Restless Giant. The United States from Watergate to Bush v. Gore (2007) de James Patterson; The Age of Reagan. A History, 1974-2008 (2008), de Sean Wilentz; All in Family. The Realignment of American Democracy Since the 1960s (2012), de Robert Self; y To Serve God and Wal-Mart (2009), de Bethany Moreton, muestran cómo los historiadores están forzándose a sí mismos a interpretar la importancia de un vasto grupo de fenómenos como el SIDA, el feminismo, el Tea Party y el 9/11.

Nosotros creemos que escribir historia contemporánea difiere del rol que los historiadores debieran tener como intelectuales públicos que se basan en su conocimiento para comentar sobre eventos recientes en la esfera pública. En lugar de ello, la escritura de la historia reciente mueve las fronteras de lo que podría ser considerado un legítimo tema de estudio histórico. La definición de “Historia” se fundamenta en el sentido de que existe un quiebre entre un pasado y un presente que permite cierta distancia y perspectiva crítica. La labor tradicional del historiador ha sido la de traer de vuelta al presente a un pasado “muerto” y ausente. Sin embargo, aquellos que escriben sobre historia reciente reconocen que su sujeto de estudio no es todo el pasado, o como lo señala Renee Romano, sobre uno que “aun no está muerto”.

La antología Doing Recent History. On Privacy, Copyright, Video Games, Institutional Review Boards, Activist Scholarship, and History That Talks Back (2012) es el producto de una serie de conversaciones informales. Ambos estábamos embarcados en nuestras propias investigaciones y escritura sobre el pasado reciente de Estados Unidos. Pronto nos percatamos del poco debate dentro de nuestro campo sobre temas relacionados con la escritura de la historia contemporánea pese al hecho que su estudio presentaba numerosos desafíos metodológicos. Ello nos libera, como historiadores, de los aspectos que nos atan como una empresa colectiva, independientemente de nuestra área o preferencia política: objetividad, perspectiva, un determinado archivo, y bibliografía secundaria con la que hay que debatir y corregir.

Al mismo tiempo, escribir historia contemporánea también ofrece numerosas oportunidades. Quienes escribimos sobre los hechos recientes podemos tener la oportunidad de redactar el “primer borrador” que servirá de punto de partida para la historiografía posterior. Tenemos acceso a un sinnúmero de fuentes, muchas de las cuales no existen para periodos anteriores. Nuestro trabajo tiene el potencial de hacer más complejo o enriquecer los discursos políticos y culturales acerca de problemas contemporáneos. También tenemos la oportunidad de impulsar discusiones sobre método, algo a lo cual los historiadores no hemos prestado atención recientemente.

Doing Recent History insiste que si como historiadores decidimos escribir (o enseñar) sobre el pasado más reciente, necesitamos conocer los potenciales problemas y placeres de esta práctica. Estos ensayos exploran un amplio rango de temas metodológicos que quienes estudian el pasado reciente necesitan enfrentar de manera directa y responsable. El mundo actual se desarrolla sobre diversas formas de medios de comunicación que los historiadores no han comenzado a considerar del todo. Como lo señalda David Greenbarg en su ensayo, toda una generación de académicos que crecieron viendo TV no la ven de manera suficiente cuando se sientan a hacer su investigación. Jeremy Saucier insiste que los historiadores culturales necesitan sentirse tan cómodos usando a los videojuegos como fuentes de la misma manera que utilizan las novelas y los periódicos para entender el nacionalismo y la identidad.

La proliferación y acceso a fuentes para la historia contemporánea la vez que ofrece grandes beneficios también crea enormes desafíos. ¿Cómo podemos manejar la superabundancia de evidencia producida en nuestra era de la información? Los historiadores de eventos recientes emocionados con las bases de datos, el Internet, la media pueden verse fácilmente inundados con tal cantidad de información que solo su lectura, sin contar la recopilación, pueden convertirlo en algo imposible. Escribir la historia reciente puede requerir de nosotros repensar lo que significa manejar tal grupo de datos.

Otros desafíos provienen del hecho de que muchos de los que trabajamos historia reciente lidiamos con personas que están aun vivas. No es solo que estas personas pueden “replicar”, como lo indica Claire Potters, confrontando sus propios argumentos con la autoridad de un historiador sino que las personas vivas tienen preocupaciones sobre su privacidad. Como los archivistas Nancy Kaiser y Laura Clark Brown advierten, ello podría significar décadas de archivos cerrados para los historiadores. Dado que muchos trabajamos en temas en los que podemos conversar con personas vivas, Martin Meeker de la Oficina de Historia Oral Regional de Berkeley insiste en que los historiadores debemos ir más allá de la oposición de la revisión de sus métodos por el International Review Boards, creado para proteger a las personas. En vez de ellos, debemos ver la necesidad por la aprobación del IRB como la oportunidad perfecta para articular y alinear nuestros métodos y ética.

No todos queremos escribir sobre el pasado reciente. Pero quienes lo hacemos, lo queremos hacer de manera consciente. Como académicos empujando las fronteras de la disciplina, tenemos la oportunidad de ofrecer importantes reflexiones que podrían redefinir la práctica histórica de manera más amplia. En The Landscape of History, John Lewis Gaddis compara al historiador con el diseñador de mapas. Como estos, los historiadores buscan ofrecer una aproximación del paisaje desde una distancia determinada, una que ofrezca una representación –no una recreación- de la realidad. Los tempranos mapas de cualquier territorio, dice Gaddis, son “dibujos toscos de la costa marítima”, cuyas características se vuelven más visibles a medida que otros dibujantes los revisan y los mejoran. Quienes escribimos sobre el pasado que está “justo detrás de nuestras espaldas” ciertamente aspiramos a ofrecer más que un “dibujo tosco”, pero sabemos que nuestras primeras historias estarán sujetas a revisiones y ampliaciones a medida que pase el tiempo. Pero al igual que aquellos cartógrafos, también compartimos la emoción por usar las herramientas a nuestro alcance para mapear la topografía del pasado reciente.

 

Renee Romano y Claire Potter son las autoras de “The Importance of Doing Recent History“, posteado en History News Network (octubre 29, 2012).

Créditos: La imagen de la cabecera proviene de aquí.

Published by José Ragas

Soy Ph.D. en Historia por la Universidad de California, Davis. Actualmente me desempeño como Profesor Asistente en el Instituto de Historia de la Universidad Católica de Chile. Anteriormente he sido Mellon Postdoctoral Fellow en el Departament of Science & Technology Studies en Cornell University y Lecturer en el Program in the History of Science and History of Medicine en Yale University. Correo de contacto: jose.ragas(at)uc.cl Para conocer más sobre mis investigaciones, pueden visitar mi perfil o visitar mi website personal: joseragas.com.