Existe una línea de pensamiento con énfasis en lo social y la crítica a las injusticias del sistema que atraviesa nuestra historia y que tiene sus orígenes en los años posteriores a la Guerra del Pacífico. A esta trayectoria, José Luis Rénique la denomina tradición radical y ubica su origen en el pensamiento de Manuel Gonzales Prada. Se trata de un antecedente directo del pensamiento de izquierda que aparecería luego y encontraría un momento decisivo en los años veinte y la polémica Haya-Mariátegui. Esta línea prosiguió uno y varios derroteros a medida que las pugnas internas y las influencias provenientes del exterior obligaban a los ideólogos a cerrarse en sus marcos ideológicos o adaptar aquellos foráneos que no encontraban contradictorios con sus propuestas.
La complejidad y riqueza de este pensamiento es el tema de estudio de Rénique, profesor en Lehman College de Nueva York y autor de libros imprescindibles para comprender nuestra historia política del siglo XX, como Los sueños de la sierra. Cusco en el siglo XX (1991) y La voluntad encarcelada. Las “luminosas trincheras de combate” de Sendero Luminoso del Perú (2003). Su libro más reciente es: La batalla por Puno. Conflicto agrario y nación en los Andes peruanos (2004). Recientemente participó en el conversatorio sobre la historia del APRA.
“Sin tradición radical es difícil entender a la izquierda”
Docente e investigador en la Universidad de Nueva York, el historiador José Luis Rénique no solo sigue con atención el acontecer nacional sino que es uno de los más productivos y lúcidos buceadores de nuestro pasado. Esta entrevista toca temas de un libro próximo a editarse.
¿Cómo surge la tradición radical en el Perú?
–Surge como producto de una serie de factores. Uno es la derrota de la Guerra del Pacífico que revela las enormes fracturas de la nación, otro es el fracaso del liberalismo para lograr un pueblo y un Estado integrados; tercero, el sentido de la reconstrucción luego de la guerra, básicamente costeño y dependiente del exterior; finalmente, el ascenso de la oligarquía con la revolución de 1895. Estos factores llevan a que los sectores medios emergentes, nutridos por el proceso de reconstrucción, se planteen la necesidad de crear y dirigir un liderazgo propio para crear la nación moderna. Estos sectores tenían bases económicas muy precarias y venían de las letras y es de ellas que recaban los instrumentos para formular esta visión bastante utópica y soñadora de un país integrado. Ellos miran la historia, el territorio y las dificultades y formulan esta idea, articulada ya por Manuel González Prada, de un verdadero Perú allende la cordillera de los Andes, cuya movilización puede ocasionar la ruptura necesaria para cancelar la república de mentiras que era la patria criolla de 1821.
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