Profesor en la Scuola Normale Superiore di Pisa y la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA), Carlo Ginzburg es uno de los intelectuales más reconocidos de las últimas décadas. Su trabajo no solo presenta la ambición propia de los humanistas del Renacimiento sino que sorprende por la difusión que ha tenido alrededor del mundo y que ha llevado a que sus temas de estudio (como los benandanti) formen parte, según confesión propia, de la actual cultura popular. En casi medio siglo de trayectoria académica, Ginzburg ha recorrido una serie de temas que comenzaron modestamente con el estudio de un grupo de perseguidos por la Inquisición (los benandanti mencionados anteriormente) y que ha ido expandiéndose a diversas áreas del saber como nuestra compleja relación con los motores de búsqueda en la Internet y, más recientemente, la naturaleza de la verdad histórica y la aparición de la posverdad.
Aunque caracterizar su vasta obra puede ser un ejercicio riesgoso y difícil, sí podemos señalar que esta ha tenido en la experiencia humana el centro de sus pesquisas y reflexiones. Su estudio sobre un modesto molinero italiano investigado porla Inquisición, publicado como El queso y los gusanos: el cosmos según un molinero del siglo XVI, en 1976, hizo de él una figura reconocida fuera de Italia e impulsor de una corriente conocida como “microhistoria”, utilizada anteriormente por el historiador mexicano Luis González y González. Así, frente a las estructuras macro e impersonales, Ginzburg y otros académicos abogaban por un retorno a una escala más pequeña y personal, que permitiera inserter a las personas en las corrientes y herencias globales del pensamiento y la economía. Ello dio lugar a una generación de investigadores como Natalie Zemon Davis, Robert Darnton, Giovanni Levi y Peter Burke que privilegiaron el estudio de las culturas populares y precedieron el despegue de la historia social y cultural de los años 1960s. Su trabajo más ambicioso fue sin duda Historia Nocturna, donde a partir de la lectura de tradiciones, folklore y la mitología se sumergía en las conexiones que atravesaban Eurasia y que han pervivido hasta el día de hoy en sociedades campesinas.
La visión particular de Ginzburg no se nutre únicamente de la erudición y la curiosidad. Su propia experiencia personal y familiar como perseguidos durante la Segunda Guerra Mundial ha marcado sus temas de investigación. Su interés por los shamanes y hechiceros apresados por la Inquisición, que durante sus sueños se remontaban a combatir para asegurar la prosperidad de la cosecha, tiene mucho en común con su propia condición como miembro de la comunidad judía en los años de la Solución Final. Por ese mismo motivo aplicó su propio método, el del “paradigma indiciario”, a las evidencias y pruebas que incriminaban a su amigo Adriano Sofri en un caso de asesinato de homicidio en segundo grado en 1988. El resultado fue El juez y el historiador. Consideraciones al margen del caso Sofri, un libro que se lee como un manifiesto de amistad pero sin por ello perder la rigurosidad del análisis de las pruebas.
Próximo a cumplir 80 años, Carlos Ginzburg está más activo que nunca. Sus ensayos se siguen traduciendo y reeditando (la semana pasada apareció una nueva compilación en Ciudad de México y Menocchio, la película basada en El queso y los gusanos, se ha estrenado no hace mucho en Italia). Antes de llegar a Santiago de Chile, viene de cumplir una serie de compromisos en Perú, Bolivia y Argentina, países donde su obra es muy reconocida y él es muy apreciado. En Chile, donde había venido anteriormente en 2011 invitado por Puerto de Ideas, dará tres charlas en la UC este mes de octubre. La del lunes 22 de octubre girará alrededor del ejercicio conjetural metodológico. La del martes 23 de octubre será un ejercicio personal metodológico y retrospectivo, donde reflexionará en torno a su propia trayectoria. Finalmente, el seminario del jueves 25 de octubre será un diálogo que contará con la presencia de Gertrudis Payàs y la Premio Nacional de Historia, Sol Serrano.
La presencia de Ginzburg en América Latina, y especialmente en Chile, es importante tanto por su renombre mundial como por ofrecer nuevas rutas para continuar explorando el pasado y presente de la sociedad desde una perspectiva interdisciplinaria y siempre en expansión. Acertadamente, los profesores Olaya Sanfuentes y Rafael Gaune lo han llamado un “humanista omnívoro”, por este apetito insaciable que caracteriza una obra de más de medio siglo y que sigue inspirando a nuevas generaciones. Quienes decidan incursionar en la lectura de su trabajo –o mejor aún, quienes decidan asistir a alguna de las charlas que dará–, encontrarán en su obra a un autor que gusta de dialogar con sus lectores, que se reconoce abiertamente deudor de otras disciplinas y a su vez a alguien comprometido con el estudio de los sectores populares.
Recomendamos el reciente número de la revista Taller de Letras, que trae un dossier sobre la obra de Ginzburg (editado por Olaya Sanfuentes y Rafael Gaune) e incluye un texto auto-biográfico suyo. Este es el enlace de acceso en línea: http://tallerdeletras.letras.uc.cl/index.php/n62
* Créditos: La imagen de la cabecera proviene de la página web de la Universidad Nacional de San Martín, en Argentina.